Diario de León

España 2 Noruega 1 Un gol del futbolista del Madrid desde el punto de penalti da la victoria a la selección, que otra vez acusó la falta de pegada ante el combinado nórdico

Ramos acredita la mejoría de España

Sergio Ramos celebra el gol de la victoria ante la selección de Noruega en Mestalla. MIGUEL ÁNGEL POLO

Sergio Ramos celebra el gol de la victoria ante la selección de Noruega en Mestalla. MIGUEL ÁNGEL POLO

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rodrigo errasti | VALENCIA

España es un país que vive pegado a una década gloriosa reciente, que cree vivir en el cielo cuando aún está empezando a subir escalones. Es cierto que la selección ofreció en Mestalla ratos de gran fútbol (2-1), que generó ocasiones muy claras y mereció un resultado mayor en función del esperanzador juego ofrecido ante una Noruega rocosa. Eso sí, pensar que la clasificación será un camino de rosas es hacerse trampas al solitario.

Negar la caída de España, en el ránking, es aumentar la frustración, aumentar la añoranza de una época gloriosa que no volverá. Los futbolistas del histórico triplete son leyendas, como antes lo fueron Iribar, Pereda o Luis Suárez. En Mestalla ganó a Noruega con sufrimiento final y de penalti tras marrar muchas oportunidades de gol en un partido que demostró ideas claras, generó juego con un ritmo a veces altísimo aunque no tuvo tino en la finalización de sus constantes llegadas.

Esa imprecisión ofensiva provocó una angustia innecesaria y nervios finales en el primer partido de la clasificación de un equipo en plena reconstrucción. Luis Enrique lleva meses advirtiéndolo. De inicio cambió cuatro hombres respecto al equipo que cayó en la ruleta rusa de Zagreb, donde España no obtuvo premio a su valentía debido a su endeblez defensiva. Esta vez el asturiano optó por meter velocidad por banda diestra con Jesús Navas, pausa y precisión en el centro del campo con Parejo mientras que arriba Asensio y Morata ocuparon las plazas del lesionado Aspas e Isco. Mantuvo el 4-3-3 clásico, pero con Busquets metido entre los dos centrales de inicio en la construcción lo que permitió lanzar a los laterales, que más que carrileros disfrutaron recordando su etapa como extremos. La insistencia desde los costados tuvo premio en forma de ocasiones. Parecía mejor atacar por abajo que por alto, faceta en la que Morata acaparó el juego, aunque falló todos los cabezazos.

El madrileño, que intercambió sus caídas banda con Rodrigo, dispuso de muchas opciones con la testa pero Jarstein mostró su colocación las veces que remató. Al final llegó el gol gracias al acierto de dos internacionales que están viviendo un 2019 brillante. Alba combinó con Asensio, se la tiró larga confiando en su carrera y le dio tiempo a levantar la cabeza para asistir a Rodrigo. El ‘9’, que puede presumir de ser el único que ha participado en todos los duelos con Luis Enrique, lleva tres meses de dulce. Marcó su décimo gol este año, el quinto gol en 16 duelos con España. E incluso pudo ampliar su registro con un taconazo tras otra llegada de Navas. Se le vio disfrutar en un partido que hizo una ‘espaldinha’.

Noruega, que contó con Odegaard como titular, estaba replegadísima. Soñaba transiciones rápidas aunque apenas tuvo opciones porque la actitud defensiva española tras pérdida era buena. Su principal recurso, además del golpeo en largo, era a balón parado. Sobre todo en los saques de banda que recordaron a los de Islandia en la Euro 2016 cuando también les guiaba Lagerbäck.

Nordveit seca la pelota para convertir cada bola en casi un córner. Joshua King se pasó el partido desmarcándose hacia los costados ya que veía que sus compañeros no lograban salir tocando. Lo consiguieron una vez y casi acaba en gol. El centro al área de Henriksen no lo llegó a rematar a bocajarro en primera instancia Elyounoussi. Después De Gea la repelió con los pies. El susto espoleó a España que generó y generó buscando ese gol que se le resistía a Morata y hubiese tranquilizado a España. Tras el descanso España siguió romo en ataque. Parecía increíble que no llegara el segundo gol. Y entonces, en un córner, llegó un penalti algo inocentón de Iñigo que el colegiado letón Treimanis pitó para sorpresa general. Un 1-1 que parecía surrealista y que precedió a un regalo vikingo que mitigó el susto. Una cesión alocada de Nordveit provocó que Jarstein saliese a los pies de Morata, que a falta de goles provocó un penalti que transformó Ramos con su peculiar estilo.

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