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Publicado por
a contracorriente pablo rioja barrocal
León

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L amentable. Así podría resumirse la presencia —porque viajar a Alicante sí viajaron— del Ademar en una Copa del Rey de balonmano que de nuevo pasó sin pena ni gloria entre los cada vez menos aficionados a un deporte tocado —y empiezo a pensar que hundido— donde ni el Barcelona disfruta ya. Es tal la superioridad de los azulgrana que soñar se le ha puesto tan caro al resto de mortales como los cuatro millones de euros que la directiva leonesa pretende sacarse de la manga para un pabellón que hoy por hoy no es una prioridad. Ahora, si es que importa salvar el proyecto, lo que de verdad necesita el conjunto leonés es rearmarse de los pies a la cabeza. Nadie le niega el mérito a Guijosa y los suyos de haberse colgado la ‘medalla de plata’ en las dos últimas temporadas —con pasaporte de lujo a la Champions incluido— pero el equipo parece descomponerse por momentos en una temporada donde las escasas incorporaciones no han sido capaces de tapar el agujero dejado por Cupara y Costoya. Al equipo se le ve cansado, sin intensidad, ni ideas, ni soluciones en el banquillo. Y lo preocupante es que no parece que haya presupuesto para más. Veremos dónde acaban la Liga —quizá el de Alcalá de Henares se saque el enésimo conejo de la chistera— pero la sensación que transmite el actual Ademar es de decadencia. Hacen falta fichajes de peso y no solo conformarse con jugadores que acaban contrato. Mientras el resto de rivales se rearman año tras año, el club leonés parece un iceberg a la deriva. Quizá las vacas flacas no dan para más.