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BALONMANO | LIGA ASOBAL

El Ademar roza la proeza ante el Barça

Los de Dorado ofrecen su mejor versión de la temporada guiados por Acacio en un choque intenso que estuvieron cerca de empatar

Acacio Marqués, con siete goles, fue el líder del conjunto leonés frente a un Barça al que fueron capaces de poner contra las cuerdas. MARCIANO PÉREZ

León

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No pudo ser, pero poco faltó. El Abanca Ademar tuvo en sus manos —al menos— el empate frente al todopoderoso Barcelona (30-32) en el debut de Diego Dorado en el banquillo. Un encuentro intenso y emocionante a partes iguales que los de Xavi Pascual no fueron capaces de cerrar hasta el último minuto gracias, en gran medida, a un conjunto leonés desatado en ataque al que solo le faltó más templanza cada una de las veces que tuvo ocasión para igualar el marcador. Merced a un Acacio Marqués colosal —sobre todo tras el paso por vestuarios— los ademaristas no le perdieron la cara al choque en ningún momento, sujetados atrás por un seguro Nacho Biosca y guiados en la faceta ofensiva por el brasileño, que se convirtió en el máximo goleador con siete tantos en su haber.

Goles importantes, los de Marqués, que fueron cayendo uno tras otro —como un martillo pilón— cuando más apretaba el Barça, incapaz de decantar el choque a su favor pese a los latigazos de Ilic y N’Guessan. Tan mal lo vio el técnico blaugrana que acabó tirando de sus primeros espadas para asegurarse el triunfo. Y es que hasta entonces repartió minutos entre los menos habituales pensando, sobre todo, en la Champions. Fue Raúl Entrerríos quien tiró por tierra el conato de golpe sobre la mesa de los leoneses a falta de tres minutos para que sonase la bocina.

Aún así, el ímpetu de los de Dorado les llevó a mostrar una de las mejores imágenes colectivas del Ademar en lo que va de temporada. Venían de una semana difícil, que inició su particular Calvario en Valladolid —donde perdieron contra todo pronóstico— para enterarse el lunes de que la directiva prescindía de Rafa Guijosa. Justo la semana en la que debían medir fuerzas contra un inalcanzable Barcelona. Pero el técnico asturiano no se arrugó planteando un encuentro tremendamente físico que obligó a su rival a dar el 200x100 para sumar dos nuevos puntos.

Sorprendió —y mucho— la titularidad de David Fernández, que apenas contaba para Guijosa. Y no defraudó. De hecho fue uno de los principales baluartes del Abanca Ademar en ataque, aportando cuatro goles. Se le vieron más las costuras atrás pese a que Carou se convertía en su ‘profesor particular’ en cada acción que no acertaba a resolver satisfactoriamente. También hubo minutos para Rodrigo, que revolucionó a sus compañeros en la primera mitad pero al que le faltó chispa.

Una vez fueron capaces los locales de colocarse por delante en el marcador —2-1 en los primeros compases— y otra de poner las tablas (9-9) justo cuando el reloj cruzaba el ecuador del primer acto. Hasta ese momento, los maristas se recomponían de cada una de las acciones de ataque del Barcelona, siempre sobrio y sereno. Mosic tuvo luces y sombras en sus lanzamientos de tiro exterior. Lo mismo que Ligetvári y un Acacio gris que se guardaba su mejor versión para la traca final. Jaime y Mario López aceleraron el ataque leonés cada vez que los catalanes se tomaban un respiro con disparos algo más forzados. Aunque el capitán ademarista no estuvo fino a la hora de cerrar la puerta defensiva. Con la sensación de que el ya campeón de Liga era capaz de abrir el fuelle del acordeón cada vez que se antojara necesario, llegaron ambos ‘enemigos’ al descanso (13-16).

Y le vino bien la reflexión a los de Diego Dorado, mucho más cohesionados en defensa y sin complejos arriba. Se lo fueron creyendo poco a poco, sobre todo cuando Acacio Marqués se puso en modo ametralladora. Pascual —que se temía lo peor tras contemplar cómo el Ademar no se arrugaba— se encomendó a los titulares, pero ni por esas conseguía marcharse más allá de los tres goles. Es ahí, en los momentos clave, donde el conjunto leonés no tuvo la cabeza fría, fallando numerosas ocasiones precisamente cuando más asustado se mostraba el Barça. Único pero. Al menos el único que decantó la balanza. Porque por lo demás Dorado demostró no tener complejos. El nuevo inquilino del banquillo —veremos si la aventura se acaba extendiendo más allá de estas cinco jornadas— revolucionó al equipo sin perder la calma desde el área técnica. Supo parar el partido en los momentos justos, cuando los suyos se sentían acomplejados, para hacerles creer de nuevo. Todo ello con un Palacio de Deportes entregado a la causa que volvió a demostrar por qué es la mejor afición de toda la Asobal. Llevaron al Ademar en volandas y —como manda su ADN— protestaron cada una de las acciones dudosas que los árbitros decantaron en favor del más fuerte. Derrota agridulce pero que marca el camino. Europa aún es posible.