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Y el artista se bajó del escenario por todo lo alto

El club retira la camiseta de Juanín para colgarla en el Palacio de Deportes como homenaje eterno al extremo leonés .

La camiseta con el número 6 de Juanín García colgará desde ahora en una de las esquinas del Palacio de Deportes de la capital leonesa. JESÚS F. SALVADORES

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León

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PABLO RIOJA | LEÓN

Poco más se puede añadir a la trayectoria inmaculada de un eterno niño que soñó con jugar en el club de su ciudad y acabó conquistando todos los títulos habidos y por haber tanto colectivos como individuales. Pero quería más. Al menos una temporada más. Porque, como diría el maestro: a sus cuarenta y uno, casi veinte dicen que aparenta . Y es que eso es lo que será siempre Juanín García; una leyenda viva y sobre todo el eterno canterano ademarista. Un escudo que ha llevado por medio mundo con el orgullo de quien se sabe humilde entre los grandes, pequeño entre gigantes y antihéroe entre villanos. Artista en el alambre que ayer se bajó del escenario por todo lo alto, ovacionado por quienes de verdad le quieren, arropado por casi todos los suyos y con el deber cumplido. Y de paso con otros cinco ‘chicharros’ más para engrosar las estadísticas.

No había imaginado que su final llegaría de esta manera, pero quiso vivirlo a lo bestia para no desaprovechar ni un solo segundo. Impresionante fue verle llorar antes, durante y sobre todo después del partido. No había consuelo ni manera de detener el tiempo.

El club, sus compañeros y sobre todo la afición leonesa quisieron dejarle claro que no habrá nunca otro jugador como él. Y lo plasmaron de principio a fin. Porque ayer tocaba rendir homenajes, poner los puntos sobre las íes, demostrar el cariño con hechos más que con palabras. Y así fue.

Desde el pasillo que tanto compañeros como rivales le hicieron minutos antes de iniciarse el choque, hasta el tiempo muerto que Dorado le regaló en ese ya histórico minuto 28 —con todo el Palacio de Deportes puesto en pie— pasando por la insignia de oro del Ademar o la retirada de su camiseta con el 6 colgando de una esquina para que nadie olvide jamás su legado. Todo salió a pedir de boca. Juanín tuvo tiempo para charlar con tantos y tantos socios que le han visto crecer, se inmortalizó con los suyos, abrazó y lloró junto a sus padres, compartió risas con sus compañeros, dejó a su Ademar con pie y medio en Europa al tiempo que su mirada se perdía en el horizonte volviendo al principio de todo. A ese crío tímido y enclenque que llegó, vio y venció.