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TENIS | ROLAND GARROS

Un Nadal gigante logra su duodécima corona en París

El rey de la tierra batida sigue narrando una leyenda imposible ante el austríaco Thiem El español se impuso en cuatro sets por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 .

El tenista español, que celebró eufórico el triunfo ante Thiem, agranda aún más su idilio con la Copa de los Mosqueteros. YOAN VALAT

Publicado por
Enric Gardiner | madrid
León

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Tres cosas son infinitas en el mundo: la estupidez humana, el universo y la capacidad y voracidad de Rafa Nadal —12 Roland garros tras vencer ayer en la final a Thiem (6-3, 5-7, 6-1 y 6-1)— para triunfar entre las paredes de Roland Garros. Obstáculos, favoritismos y lesiones aparte, Nadal ha completado un círculo de doce manijas. Un reloj que nunca ha dejado de girar y que le ha hecho pararse en doce estaciones diferentes, con rivales, condiciones y momentos distintos y con su misma figura elevada a un trono junto a una copa.

Ayer, el austríaco Dominic Thiem, el catalogado como príncipe de la tierra tras el rey, volvió a claudicar ante Nadal, como ya le pasó en 2018, y dejó la Copa de los Mosqueteros en las manos de su verdadero dueño, el que la guardará durante un año más sembrando la duda de si alguna vez alguien será capaz de quitársela para siempre o si esa simple imagen es la mayor utopía del tenis. Porque nunca se volverá a ver nada igual.

El duelo entre ambos ponía sobre la mesa la mayor batalla física y mental de los últimos tiempos. Posiblemente uno de los mejores sets del año y uno de los que mejor jugó el austríaco. Solo pudo llevarse tres juegos. Nadal arrancó con las dudas de quien sabe que Thiem ya le batió este año en Barcelona y con el respeto de quien nunca se ve superior. El centroeuropeo tomó ventaja de ‘break’ y Nadal devolvió la dentellada al juego siguiente, consiguiendo una carrerilla de cuatro seguidos que le apuntó el primer set. Ahí el récord de Nadal es prácticamente inmaculado.

Thiem llegaba sin descanso debido a los retrasos por lluvia en cuartos y semifinales y Nadal refrigeró un poco. El partido se amoldó a la tensión de una final y el hecho de sacar primero confirió al pupilo de Nicolás Massú una ventaja psicológica. Nadal no cayó en la trampa hasta el duodécimo juego, cuando cedió su saque y con ello el segundo parcial. Su último set perdido en una final de París databa de 2014.

La volea volviendo hacia su campo, el passing con el que consiguió el segundo break del set, la motosierra con la que celebró la ventaja amarrada. Nadal endosó un 6-1 a Thiem que sirvió para recordar al del revés a una mano que el principado queda aún muy lejos del reinado y que mientras Nadal siga, Roland Garros tiene dueño.