Diario de León

«España tiene un gen diferenciador, el competitivo»

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MIGUEL ÁNGEL TRANCA | LEÓN

No es la primera vez que disfruta en primera persona con un éxito del baloncesto español. En su palmarés atesora nada menos que seis medallas, pero sin duda para Manolo Aller Carballo (Ponferrada, 1963), el conseguido como ayudante en la parcela técnica junto a Scariolo en China representa el culmen a un trabajo de años, y al compromiso con un deporte que lleva en su equipaje vital desde hace décadas, cuando empezaba como jugador.

—¿Qué sensaciones siente todo un campeón del mundo?

—Ante todo de felicidad. Y también de recompensa a tantos años de trabajo. Ahora todos estamos en una nube que con el tiempo nos hará digerirlo mucho mejor. Estos momentos no se pueden describir con palabras porque son únicos. Y en el caso de todos los que conformamos la selección española, un premio merecido.

—¿Cuál es el secreto de este éxito del baloncesto español?

—El tomarnos las cosas con normalidad. Hemos llegado a esta meta después de muchos meses. No sólo ha sido lo que la selección ha demostrado en China, que es mucho, también el camino que nos llevó hasta el Mundial empezando por las ‘ventanas’ de clasificación con muchos jugadores que no han estado en cuerpo en este torneo pero que sí lo han hecho en alma.

—Los jugadores han acuñado el término ‘La Familia’ como estandarte para definirse.

—Considero que ese término es el adecuado. Porque si tenemos que hablar de las virtudes de esta selección una es la del compromiso de todos, la de apoyarse uno en otro para solventar los momentos duros. El ser un grupo unido por encima de las individualidades. Esta selección tiene grandes jugadores, en algunos casos estrellas del baloncesto, pero a la hora de comprometerse son uno más. Nadie es más que nadie. Y ahí está parte de ese elixir que nos ha llevado tan lejos.

—Has sido jugador y después entrenador. ¿Cómo se disfrutan más este tipo de éxitos?

—La satisfacción creo que es igual de intensa. Aunque cada uno a su manera. La del jugador en la pista y la de los técnicos en el banquillo. Pero tanto en lo bueno como en lo malo, y esta vez ha sido en lo primero, el sentimiento es muy parecido. En mi caso así lo creo y lo he vivido.

—España acudía al Mundial con un rol que no era el de favorita, pero al final ha logrado ser la mejor. ¿Cómo se vivía desde dentro este camino?

—La diferencia entre el baloncesto español y el resto es que a los torneos vamos a competir. No nos fijamos si vamos a ser primeros, terceros o sextos, salimos a darlo todo y a luchar por ganar cada encuentro. No nos van otras historias. El gen competitivo es algo que tenemos muy adentro y se ha visto en este grupo y el resultado en el Mundial. Ahora ya no están los Navarro, Jiménez o en su caso Pau que no ha podido acudir por lesión, pero están los Marc Gasol, Ricky, Rudy o Llull, y el compromiso es el mismo. Todos dan lo mejor y saben sufrir para luchar por un objetivo que a veces sale y otras por desgracia no. Pero nunca se bajan los brazos.

—España es campeona del mundo, pero también lo ha sido de Europa. Y en 2020, los Juegos donde después de varias medallas de plata y bronce se puede cerrar el círculo con la de oro.

—Ahora lo importante es disfrutar de lo que hemos conseguido. Y luego ya empezaremos a pensar en los Juegos. Claro que nos gustaría subir al podio, pero también a otras selecciones con mucho potencial. Además, en este Mundial hemos logrado clasificarnos directamente para Tokio sin tener que pasar por el Preolímpico. Eso es un dato a nuestro favor.

—¿Cómo se trabaja al lado de Scariolo, un entrenador que siempre a apostado por Manolo Aller como uno de sus colaboradores más cercanos?

—Es un placer. Sin duda alguna es un técnico muy exigente, empezando por él mismo, pero también te hace las cosas bastante sencillas. Para mí poder estar a su lado estos años es un privilegio. Diría más, es como si me hubiera tocado la lotería. Por suerte en mi trayectoria he podido trabajar con entrenadores como Scariolo, Bordás y Jota. Y eso te hace crecer a su lado. A ser mejor.

—¿Es Scariolo tan detallista y meticuloso como la gente dice?

—Sin duda. Y por eso sus equipos, en este caso la selección, llegan tan lejos y consiguen éxitos.

—¿Cómo se trabaja con jugadores como Marc Gasol, Ricky, Rudy, Llull o los Hernangómez?

—Muy fácil. Son gente muy normal. A pesar de su condición de estrellas son gente muy cercana. Nunca te ponen un pero y trabajan como el que más. A Ricky o los hermanos Hernangómez los conozco desde hace años y en estos últimos a otros muchos y si he de definirlos es como unos jugadores y personas de diez.

—Para Manolo Aller esta no es la primera medalla como técnico, pero, ¿es la más importante?

—Llevo ya en mi zurrón tres medallas de oro, una de plata y dos de bronce. Todas tienen un valor especial pero creo que esta por lo que conlleva con la selección sénior en un Mundial y además siendo de oro ocupa un lugar destacado. Pero todas me han llenado mucho a nivel deportivo y también personal.

—El éxito de Manolo Aller es también el del baloncesto leonés, el de una provincia que ha disfrutado con este oro mundialista de uno de sus paisanos.

—Me siento orgulloso de poder contribuir a ello desde mi cargo como ayudante de Scariolo. Y agradezco todo el apoyo. Aunque ahora vivo en Galicia las raíces nunca las he olvidado. Allí tengo a buena parte de mi familia y a grandes amigos. Por eso estoy orgulloso de que celebren este éxito pensando en mí.

—¿Y ahora qué?

—Antes del Mundial puse punto y final a mi aventura como entrenador en los Guanzhou Long Lions en China. Ahora, y hasta que Sergio Scariolo requiera de mí, tocará descansar, disfrutar de este oro y seguir al pie del cañón en el baloncesto.

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