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Fútbol | Primera División

Piqué y Sergio Ramos, esencia del Clásico

Los dos defensas suman 11 años como protagonistas y rivales del Barcelona-Madrid El Camp Nou espera a los dos centrales

Piqué y Sergio Ramos firmarán una nueva entrega del Clásico como titulares. RODRIGO JIMÉNEZ

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P. Ríos | Barcelona
León

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Gerard Piqué (32 años) y Sergio Ramos (33) son el Clásico. Se han enfrentado en casi todos los Barça-Madrid, y viceversa, desde la temporada 2008-09, la primera del central catalán tras su regreso al club azulgrana, aunque el andaluz ya los juega desde la 2005-06, concretamente desde noviembre de 2005, cuando en su afán solidario de cubrir las espaldas de un Míchel Salgado lanzado alocadamente al ataque en busca del 1-1 salió en la foto de los dos golazos de Ronaldinho aplaudidos en el Bernabéu en un partido que acabo 0-3.

Dice mucho de su personalidad y carácter que saliera vivo siendo tan joven (19 años) de aquel atropello futbolístico del brasileño. Catorce años después se recuerda sólo como una anécdota en una laureada carrera. El primer clásico de Piqué, en cambio, fue más gratificante para él. Suplente de Puyol y Márquez en el 2-0 de la primera vuelta en el Camp Nou en el primer año de Guardiola, en la segunda vuelta, ya como titular, participó con un gol y una vistosa celebración en un emblemático 2-6 para la historia de la entidad culé.

Ahora Piqué y Ramos llevan once años agarrándose en los córners como rivales que se suelen defender en la estrategia a balón parado por su potencial en el juego aéreo. Se han dicho de todo en el césped y también a través de los medios de comunicación, pues son dos líderes de los que no se callan en la defensa de los intereses de sus clubes y equipos, incluso de sus ideologías o de sus formas de entender la vida. Parecían antagónicos por sus orígenes, sus expresiones, su talante vital...

Estaban destinados a ser enemigos irreconciliables. Y sí, lo han sido, pero dentro de un orden deportivo. Porque también tuvieron que remar tantas veces juntos formando el eje central de la selección española que aprendieron a respetarse y a valorarse. Superaron juntos, incluso, el intento de Mourinho de torpedear la armonía de La Roja en aquellos años de clásicos bélicos que amenazaron con acabar con todo. Echando una mirada hacia atrás, a Piqué le han ido los Clásicos mejor que a Ramos al coincidir ambos en una etapa en la que el Barça dio la vuelta a la historia de los pulsos directos. Y puede que el catalán haya tenido bastante que ver con ese giro del pesimismo al victimismo. Culé de cuna, forofo barcelonista de niño, jugador de la cantera de adolescente, siempre ha vivido los partidos ante el Madrid con una pasión primitiva que ha contagiado a compañeros recién llegados o con un pasado más neutral. A un Barça-Madrid no se puede ir como a un partido más, hay que sentirlo en el corazón y en las venas. Piqué siempre ha demostrado que para él no hay otro partido más divertido para jugar y para calentar antes, durante y después. Incluso aunque su celebración esté lejana, lanzando mensajes provocadores para mantener viva una rivalidad.

Sergio Ramos no puede decir que tenga un balance positivo de los clásicos, ya no sólo por los resultados colectivos, sino también por el rendimiento individual. Ha ganado partidos, títulos de Copa en pulsos directos, ha marcado goles importantes, sí, pero no siempre ha podido controlar su fuerte temperamento, con entradas fuera de lugar y acciones de juego poco medidas. Pero Ramos tiene cuerda para rato e intentará que la historia de los clásicos vuelva a recuperar el color blanco.