Fútbol | Segunda División B
«Jugar ante la Cultural es especial»
El lacianiego Valdo visita el Reino de León con su equipo, el Izarra «Quiero ayudar en todo lo que pueda al Izarra, a lograr su objetivo de escapar de abajo»
Valmiro Lopes Rocha ‘Valdo’ (Villablino, 1981) es una de las amenaza del Izarra para la Cultural. El futbolista leonés no está disfrutando de muchos minutos con su equipo, pero siempre que salta al campo es una amenaza para el conjunto rival. Formado en la cantera del Real Madrid, militó entre otros equipos en el Osasuna, en una de sus etapas más brillantes en Primera División, llegando a ser internacional con Cabo Verde, forma parte del Izarra desde el mes de enero del año pasado, procedente del Peña Sport tras su paso por el Lealtad, equipo en el que recaló tras finalizar su etapa en el Atlético Kolkata indio. Asegura que «siempre es especial para un leonés poder jugar contra la Cultural», y aunque en el último partido disputado por su equipo frente al Calahorra (1-1) de la pasada jornada entró en la convocatoria pero no disputó ni un solo minuto, una semana después espera disfrutar de juego frente a los dirigidos por José Manuel Aira, el sábado a las 19.00 horas en el Reino de León.
El exjugador del Real Madrid, Levante, Espanyol, Málaga y sobre todo Osasuna, club en el que vivió los éxitos de la pasada década como rojillo, continúa en activo a sus casi 39 años.
«Quiero ayudar en todo lo que pueda al Izarra, a conseguir su objetivo de escapar de esas posiciones de abajo de la tabla clasificatoria», apunta Valdo. «Todavía tengo cuerda, aunque en esto del fútbol nunca se sabe, porque todo depende de como te vayan saliendo las cosas. Yo siempre he sido una persona muy competitiva y que pongo lo máximo que tengo en cada partido, en defensa de amigos. Sé cuales son mis orígenes y nunca renunciaré a ellos. Villablino es mi tierra».
Valdo no olvida que su evolución tanto física como técnicamente no pasó desapercibida para Vicente del Bosque, de aquella coordinador de las secciones de base del Real Madrid. «Tenía 16 años y toda una vida por delante para demostrar en el Real Madrid que podía vivir del fútbol», indica. Algunos entrenadores no le comprendieron. Le hicieron jugar en cualquier posición. Si no es por Del Bosque hubiera sido traspasado a Las Rozas, pero no fue así gracias al técnico salmantino. «Cuando jugué en los juveniles del Real Madrid me lo tomé como trabajo y no como diversión. Con el tiempo me hice con un hueco, hasta que decidí que debía marcharme». Ahora en el Izarra cierra su círculo.