Diario de León

Crónica (Celta 2-2- Barcelona)

Balaídos sentencia al Barça de Setién

Los jugadores del Celta celebran el gol de Iago Aspas (2-2). LAVANDEIRA JR

Los jugadores del Celta celebran el gol de Iago Aspas (2-2). LAVANDEIRA JR

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Miguel Olmeda | Colpisa

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Partido correspondiente a la 32ª jornada de Liga, disputado a puerta cerrada en el estadio de Balaídos. Ni el Bernabéu ni el Metropolitano ni San Mamés ni Anoeta. No hay un estadio en la Liga que le cause tanto terror al Barcelona como Balaídos, una visita al dentista que todos los años le saca una muela al conjunto azulgrana. Con el Toto Berizzo, con Juan Carlos Unzué, con Juan Escribá y con Oscar García Junyent, el Celta lleva cinco temporadas robándole puntos al Barça en Vigo, pero esta vez el daño fue más allá. La cornada puede ser fatal para el vigente campeón si el Real Madrid no pierde este domingo en Cornellà, una plaza siempre amable para los intereses blancos: el liderato quedaría a dos puntos más el 'golaveraje' a falta de seis jornadas.

En la partida de libres directos, Messi y Iago Aspas firmaron unas tablas que no contentan a nadie. Al maestro argentino le salieron las cuentas con la doble barrera del Celta, que colocó un zaguero en cada poste defendiendo las telarañas y encontrósolitario en el área pequeña a Luis Suárez, que no perdonó de cabeza. El artista de Moaña, sin embargo, se sirvió de la filmoteca de su cuerpo técnico para estudiar las debilidades de la barrera de Ter Stegen y encontró en el salto de Griezmann el espacio suficiente para marcar el empate definitivo.

Se acercaba el minuto 90 y el Barcelona se las prometía felices con un 1-2 sin brillo, pero tampoco barro. Simplemente habían faltado puntería para sentenciar antes y contundencia para no abrirle la puerta al Celta, que en las visitas azulgranas a Vigo juega de carrerilla. Había perdonado Messi, por sorprendente que parezca, un ramillete de ocasiones que ya le han valido 699 goles a lo largo de su carrera, y quizás sea precisamente el ansia por redondear la cifra lo que le viene penalizando en las últimas jornadas.

Había fallado Ter Stegen, sugestionado cada vez que pisa Balaídos por su grosero error en 2016 que ya costó una derrota, pero esta vez Jordi Alba apareció para evitar el que entonces hubiera sido el 1-1 inmediatamente después del tanto Suárez. También había fallado Umtiti, a quien se le vieron las costuras en un contragolpe entre Aspas y Okay que finalizó a placer Smolov. Y acabó fallando Piqué, cometiendo la falta del delito en el 87, en un 'tackle' a destiempo impropio de su veteranía, ni siquiera de su habitual temple para irse al suelo.

El que no erró fue Luis Suárez, que marcó después de medio año no uno, sino dos goles que de poco sirvieron. El primero, ya relatado; el segundo, a la media vuelta y con la zurda asistido por Messi tras un robo de Semedo en la frontal. El instinto en el área del uruguayo se antojaba imprescindible en la carrera al esprint por el título, pero llega tarde y cuando el problema del equipo se extendido a todas las áreas. Ya no es que falte gol, es que tampoco hay demasiado fútbol y la defensa hace aguas al contraataque.

El Celta, que se aleja del descenso a ocho puntos, lamentó no sacar un botín mayor en la penúltima del partido. Aspas se inventó una asistencia para Denis Suárez y el '6' le puso en bandeja a Nolito el 3-2, pero el flamante fichaje del Celta se estrelló con Ter Stegen.

La buena noticia en clave azulgrana, por mirar el vaso medio lleno, fue la titularidad de Riqui Puig y Ansu Fati. El centrocampista, con un imán en el empeine y un control orientado de videojuego, tiene que ser parte imprescindible en la solución de los problemas del Barça. El extremo, mucho más incisivo y participativo que Griezmann, se reivindica como un fijo en la rotación ofensiva para la próxima temporada. Otra cosa es que en el banquillo esté Quique Setién para ponerle, que visto lo visto, no tiene pinta.

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