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El día que la Deportiva «echó una mano» al Lugo

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León

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Mediada la primavera del 2003 la Liga en el grupo I de Segunda División B tocaba a su fin. La Deportiva ya estaba salvada, pero no podía aspirar ni a clasificarse para la Copa del Rey ni mucho menos para el play off de ascenso. Llegaba a El Toralín un Lugo antepenúltimo a un punto del puesto de play out y a tres de la zona de permanencia, que marcaba el Atlético de Madrid B. Era la jornada 37. Aquel 11 de mayo el conjunto de Carlos Ballesta se encontró con una Deportiva sin demasiadas motivaciones. Ya lo decía en su crónica del partido Ramón Díez en Diario de León al día siguiente: «La Deportiva acaba haciendo amigos». A pesar de que el conjunto de Simón Pérez, que vivió su último partido como técnico deportivista en El Toralín (acabó la Liga una semana después en Sama de Langreo), se adelantó en el marcador en el primer tiempo con un tanto de Jesús Panadero, el Lugo pudo remontar en la segunda parte. El empate de Mario en los primeros instantes y la expulsión de Igor González cambiaron el choque. A continuación Trigo hizo el 1-2 y luego sentenció Rafa Casanova. Pero el resto de resultados no fueron buenos para el cuadro albivermello, que afrontó el último choque en la misma situación clasificatoria. Lo importante es que salió con vida. Sin embargo, en la última jornada no fue capaz de hacer los deberes ante un Real Madrid B que ya no se jugaba nada. Perdió 1-3 y se fue a Tercera División, en la que no militaba desde la temporada 1985-1986. Le costó tres campañas salir de la misma e incluso en la primera de ellas ni siquiera consiguió clasificarse para la fase de ascenso a Segunda División B.