El clásico resucita al Real Madrid (1-3)
El equipo de Zidane doblega al Barça en un partido de bajo vuelo que se vio decantado por un penalti controvertido sobre Sergio Ramos
El clásico menos clásico de la historia acabó resolviéndose con la sempiterna ración de polémica que nunca cesa. Un penalti de Lenglet sobre Sergio Ramos que inflamará durante meses al barcelonismo y dará cancha a las teorías de la conspiración que decantó la victoria del Real Madrid sobre el Barça en un partido que no se recordará por su nivel futbolístico sino por la interminable letanía de siempre. Ganó el equipo de Zidane, que encontró en el Camp Nou una inyección anímica tras una semana infernal, un litigio de bajos vuelos que demostró el nivel actual de dos colosos venidos a menos que avanzan en modo supervivencia en tiempos de pandemia. Porque la triste realidad que nos acompaña se reflejó en el clásico más silente de la historia , que dejará como siempre interminables ríos de tinta y servirá como alimento de encendidas tertulias pero no pasará precisamente a la posteridad por su nivel futbolístico.
Y ello pese a la valentía de los técnicos. A Koeman no le tembló el pulso a la hora de sentar a Griezmann para juntar a dos talentos de 17 años que han impregnado ilusión en Can Barça, mientras Zidane renunció a jugar con cuatro en el medio para situar a Asensio y Vinicius como escuderos de Benzema. Apuesta juvenil que no evitó un choque deslucido, lejos de aquellos pleitos vibrantes que permanecen en el recuerdo de cualquier aficionado. Diez meses atrás, la visita del Real Madrid al templo azulgrana había deparado un envite volcánico en lo ambiental y en lo futbolístico, pese a que los acérrimos adversarios acabasen firmando tablas sin goles tras hora y media de refriega de altura. Calibrándose andaban apenas este sábado en medio del vacío desgarrador de la grada cuando la portería de Neto se veía ya descerrajada. Conectó Nacho con Benzema, que salvó la oposición de Piqué abriendo al espacio por el que percutía Valverde. Desmarque de puro ariete del uruguayo, que firmó su segundo tanto del curso para poner al Madrid en franquía. Le duró poco la alegría sin embargo al Real Madrid, con una larga ristra de deberes también en defensa. Percutió Alba por el costado izquierdo, sirvió a Ansu Fati y el imberbe delantero la puso en la jaula con un sutil toque con la bota. Había sorprendido Koeman metiendo al extremo como falso 9, con Messi de enganche y Pedri y Coutinho en las bandas. Al chaval no le importó el cambio de función. Lleva el gol en las venas y, a sus 17 años y 359 días, se convirtió en el artillero más joven de un clásico en lo que va de siglo, arrebatando ese honor a Vinicius.
Messi se seca
Ni diez minutos y el clásico ya exponía los numerosos desajustes de dos equipos muy lejos de sus tiempos de esplendor. La pandemia ha hecho estragos en sus finanzas , sus plantillas se han devaluado y el físico no les llega. Los numerosos agujeros tácticos depararon al menos un choque abierto que podía inclinarse más por las carencias que por las virtudes de unos y otros. Courtois se agigantó para cerrarle el paso a Messi como luego haría Neto con Benzema. El rosarino estuvo muy participativo, con ganas de reivindicarse tras más de dos años de sequía en sus duelos con los blancos, pero ni su despliegue sirvió para elevar el nivel de un partido disputado a cámara lenta.
Coadyuvaba a ello sin duda la ausencia del aliento de la hinchada, pero pesaba sobre todo el depresivo presente por el que atraviesan los otrora titanes del continente. Solo el desparpajo de Ansu Fati se rebelaba contra el calmoso transitar del encuentro. Sufría el Real Madrid por el costado diestro, donde Lucas Vázquez tuvo que entrar como recambio de Nacho, lesionado en el cuádriceps de la pierna derecha. Koeman dio más vuelo a los laterales tras el entreacto y el Barça ganó presencia en el área del Madrid. Ansu Fati y Coutinho sembraron el miedo en las venas madridistas pero perdonaron, y eso en el fútbol suele pagarse.
Sin apenas aproximaciones del Real Madrid al área de Neto, un córner terminó cambiando el signo del partido. Lenglet agarró a Sergio Ramos y el camero exageró la caída. Martínez Munuera, a instancias del VAR, decretó que había pena máxima, y el gran capitán blanco la ejecutó con su singular maestría. Ya contabiliza 25 penaltis convertidos de forma consecutiva y 99 goles en total vestido de blanco. Una barbaridad.
Intentó reaccionar Koeman con tres cambios de una tacada, pero Neto tuvo que lucirse para que Kroos no sentenciase con una doble parada y negando luego el gol a Sergio Ramos con la pierna. Formidable actuación del arquero brasileño, que nada pudo hacer sin embargo para que Modric le diese la puntilla tirándole al suelo con la sangre fría del mejor de los toreros. Fue el corolario a una faena que resucita al Real Madrid y envía al rincón de pensar al Barça, que solo ha sumado un punto en sus tres últimos partidos de Liga.