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OPINIÓN José Luis Garci

Allez la France B!

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León

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El fútbol de la República de Senegal me ha recordado el de los años cincuenta. No porque lo considere antiguo, no, ni mucho menos, sino porque es directo. En su debut, los leones de blanco y verde se encontraban con Francia, el campeón, uno de los mejores equipos del mundo. Y han vencido a base de colocación, fuerza, rapidez y toque a las bandas. Diouf, su estrella, el Balón de Oro de África, siempre moviéndose al límite del fuera de juego, ha sido algo más que «Pesadilla IV» para Desailly y Petit. Veloz, recorta por derecha y por izquierda, gana la espalda en un pestañeo y me ha parecido bastante técnico. Lo que se llama un jugador clave. Ésa ha sido la sorpresa, más aún que el resultado. El dibujo táctico de esta sorprendente ''Francia B'', es muy parecido al de nuestro Súper Depor. Regularidad a lo largo del partido, máxima concentración, gran defensa; le pegan bien a la pelota, tanto en el centro como cuando se mueven hacia los lados (donde se ha visto, que Fadiga no sólo sabe robar collares), y, arriba, todos los que llegan lo hacen como de incógnito, a base de grandes zancadas. Es una selección que juega en conjunto (fútbol asociación, se llama este deporte), que deja muy pocos espacios y, sobre todo, tapona las salidas del rival por los lados de manera admirable. Nacidos para el contragolpe. Ya veremos si es una casualidad o una causalidad. De cualquier modo, esta Francia no es la que yo vi en París reventar a Brasil hace cuatro años. Semeja más a la que perdió con Bélgica días atrás. Thuram (30), Desailly (33), Leboeuf (33) y Lizarazu (32), forman una línea veterana de mucha calidad, pero lenta. Con aceleración -y clase, claro-, son vulnerables. Petit (31), buen «recuperador», que dicen los técnicos, ya no llega desde atrás tan bien como hace tres o cuatro años. En Barcelona lo saben. Henry es un fenómeno y Trezeguet casi, casi. Vieira no ha estado cómodo, apenas ha cambiado el juego con sus estupendos pases largos. Y Zinedine no estaba. (Djorkaeff ha hecho de Zidane, pero no es Zidane). No es para que Lemerre se alarme, pero sí parece que esta World Cup que llega del Este -«From the East», que nos mostraban en la ceremonia inaugural- no tiene favoritos, como el cielo. Con algunos partidos me ocurre lo mismo que con algunas películas modernas: no termino de pillarles el asunto, no las entiendo. ¿Por qué Francia, a lo largo de noventa minutos, no ha querido jugar por las bandas? Porque saberlo hacer sí que lo sabe. ¿Tan buenos son Cisse, Coly y el resto de los leones de Teranga? Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe, como nos cotilleaban Les Luthiers. Quizá una llamadita de Roger a Aimé, con uno de esos móviles de tercera generación, lo habría solucionado todo. En fin. Encuentro inaugural, ya se sabe, encuentro de nervios -no para Senegal, que además debutaba en los Mundiales-, también encuentro inolvidable para Blatter, que ha sido silbado. Danzas, cánticos. Elegancia, delicadeza. Las mujeres parecían farolitos. A mí me ha gustado el show. Esperaba, eso sí, más fotos desde las gradas, más relámpagos de pasión. Ha habido un instante, túnicas violetas y amarillas, el verde del césped, que parecía una película de Kurosawa. «Ran». Luis Aragonés, ese magnífico entrenador (y antes maravilloso futbolista), dijo, hace ya muchos años, que en la Copa de Europa no había peritas en dulce, que eso de ganar con el nombre o la importancia de un club, se había acabado. Pues parece que en el Mundial también. Al menos, en éste, que es el más neutral de todos los celebrados. Y hablando de neutralidad, el árbitro, estupendo. Daría cualquier cosa por ver ahora mismo el desierto africano convertido en un oasis de televisores. (Por cierto, este nuevo genio Diouf, ¿tiene algo que ver con el Diouf presidente de la República?)

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