La selección emplea eficacia para comenzar el Mundial sin el gafe de los últimos 52 años
España encuentra el confort
La de España fue ayer una victoria más psicológica que futbolística. Sabían los hombres de Camacho que sus rivales eran ellos mismos, que Eslovenia era un c
Fue un partido bien planteado, trabajado a conciencia, con Javi de Pedro como protagonista de excepción y con un resultado final que abre las puertas a pensar que a España le queda aún mucho tiempo de estancia en tierras coreanas. Sobre todo, si corrige un grave error que amenaza con enquistarse: su ingenuidad en el centro de la defensiva cuando el rival pisa el área con el balón. Tuvo el partido momentos espléndidos y momentos de ofuscación por parte de España. Los primeros llegaron cuando la tropa de Camacho puso fin a las embestidas de los eslovenos y decidió darse un homenaje. Fueron apenas diez minutos de la primera mitad, pero sirvieron para comprobar que la conexión Valerón-Raúl puede dar los resultados apetecidos y que las dudas sobre quién podría ser el hombre ideal en la banda izquierda han quedado definitivamente resueltas, y se llama Javi de Pedro. El realista se reivindicó con uno de los mejores partidos que ha disputado como profesional y despejó las sombras que se cernieron en torno a su figura cuando Camacho le recuperó en los últimos amistosos y le convocó para el Mundial como una apuesta personal. Eslovenia había cumplido su papel. La selección debutante en un Mundial quiso sorprender a España y cuando vio que entrañaba demasiados riesgos hizo lo que acostumbra. Se encerró en los dominios de su guardameta Simeunovic y se dedicó a especular a la espera de un golpe de imaginación y magia de Zahovic y Rudonja. Y como casi siempre le ocurre, no tuvo fortuna. El gol de Raúl fue el justo premio para los españoles y el merecido castigo para los eslovenos por su mediocre calidad y su escaso sentido del fútbol. España ya había conseguido su primer objetivo: marcar y desprenderse de esa responsabilidad y de los nervios que la atenazan cuando se siente superior y ve pasar los minutos sin poder dar un golpe certero que descoloque y desoriente a su rival. Sólo quedaba por saber si en la segunda mitad los españoles soportarían con la misma entereza lo que se avecinaba: una Eslovenia desmelenada en busca de algo que no se merecía por su falta de recursos. Era cuestión de soportar la presión y la ansiedad, pero no parecía una tarea difícil, y el examen se superó con nota. Eso sí, se llegaron a pasar apuros defensivos, más que por aciertos de Eslovenia por indecisiones del centro de la defensa, donde Nadal y Hierro llegaron a pedir auxilio cuando vieron que se había abierto una fuga de agua que nadie cerraba en el centro del campo. Una avería pequeña Pero sólo fue un susto y la pequeña avería la volvió a arreglar De Pedro, con un magistral centro por la izquierda que entró por detrás de los defensas para que Valerón, solo en el segundo palo, rematara con tranquilidad al fondo de las mallas. El gol de Cimirotic sembró algunas dudas e incertidumbres, pero Hierro se encargó con su gol de penalti de aclarar que este domingo era el día que con tanto ahínco buscaba la selección desde hace muchos años. Y nadie, menos aún un rival sin codicia, podía ensombrecer un debut mundialista que ya ha dejado sobre el césped del estadio de Gwangju la primera semilla de un sueño en el que, pese a todo, aún es pronto para creer.