OPINIÓN Antonio Jesús López Nieto
Concentrado en Japón
Yo siempre le he tenido mucho miedo a las largas concentraciones, sobre todo por mi propia forma de ser. Si encima esta se produce a no sé cuantos miles de kilómetros de tu mundo mucho más. Así que venía aquí con cierto recelo, ya que, repito, soy algo anárquico en mis hábitos. La vida en la concentración es tremendamente ordenada: entrenamientos por la mañana -uno voluntario y otro obligatorio-, revisión de los vídeos de los partidos del día anterior, baño y masaje algunas tardes, preparación específica para el partido que te toque arbitrar o hacer de cuarto oficial... En fin, todo lo que conlleva una preparación profesional para una competición de esta envergadura. Los horarios de comidas también son regulares: desayuno a las 7; almuerzo, a las 12.30, y cena, a las 20.00. La comida es equilibrada, si bien un día de estos escribiré sobre la comida autóctona. Total, que aunque estoy acostumbrado a una vida deportiva con comidas y entrenamientos en general bien marcados, nunca había llevado durante tanto tiempo ya a mi edad un régimen tan disciplinado. Y la verdad es que, en contra de lo que pensaba en un principio, estoy muy satisfecho. Y me comprenderán pronto. El factor fundamental es que estoy en el lugar deseado por muchos de mis compañeros y por el que lucharán las generaciones futuras de árbitros. La relación entre nosotros es excelente, lo que ayuda muchísimo. Pero hay una cosa muy importante para un loco del fútbol como soy yo, que puedo ver todos los partidos que quiera sin ningún problema. Así que todos los días veo los duelos del Mundial. Esto no lo podría hacer si estuviese en España, porque a la hora de los partidos estaría trabajando y, además, aunque por casualidad no fuese día laboral, me pregunto qué esposo iba a tener la tranquilidad en su casa de ver cuatro partidos sin reproche. No sólo mi mujer me levantaría del sillón, sino que seguro que mis niños se me tirarían encima desesperados. Por lo tanto, aunque sea un mes, la concentración tiene alguna ventajilla. A pesar de esto, me acuerdo mucho de los míos y de mi Málaga, porque un Mundial es un Mundial, pero la familia y la tierra de cada uno es algo muy grande.