Diario de León

OPINIÓN Xabier Azkargorta

Bruce el jefe

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Nunca lo he dudado, al fútbol se juega con la cabeza, pero también con los pies y la prueba estuvo en la primera media hora del partido entre los norteamericanos y los portugueses. Once atletas, convencidos de su capacidad y con mucho descaro tuvieron en jaque a un equipo que figuraba incluso como favorito para ganar el Mundial en algunas apuestas. Bruce Arena puso el músculo al servicio de la estrategia. Aprovechemos que tienen saudade, rompamos el ritmo del fado con estruendosos cambios de ritmo, born in the USA que aquí fuimos los jefes en una guerra, a por ellos como me llamo Bruce, a la arena a pelear. Para cuando Fernando Couto se ajustó la cinta del pelo en la frente ya tenían la tercera en la misma. Hay muchas arrugas en el equipo portugués, parecían un equipo de veteranos contra un juvenil entusiasta. Figo abría la boca sorprendido como un pez. Joao Pinto sólo pintaba en las broncas, Pauleta se desesperaba con los remates, Petit no daba la talla, Rui Costa estaba confundido y Conciençao pretendía hacer la individual inconscientemente. Antonio Oliveira miraba el partido con cara de secretario. Un corner y aprovechando el rechace de Bahía marcaba Beasley el primero, era el tercer minuto. El portero luso se dejó el chicle en el vestuario, se le iban todos los balones de los guantes. Sin chicle con los americanos, qué iluso, que se fije en Irureta. Se puso nerviosa la defensa, dudaron de la espalda y entre pecho y espalda perdieron un balón que Donovan quiso centrar y Jorge Costa desvió para sorprender a Víctor Bahía. Es muy grande el bueno de Jorge Costa y seguramente le tapó la visión al portero. Los gringos seguían insolentes. Habían cerrado la portería con Friedel que tiene aspecto de sargento de instrucción de los marines, de los de, ¡sí señor!, delante el Pope, fuerte y robusto, sólido como un pilar de Harlem y a su lado, con la fuerza de un caballo, con nombre y una coleta, Agoos, que suena como angustioso, el estado en que se encontraban nuestros vecinos. En las bandas, la fibra de un eslavo con label, Hejduk y la elasticidad de los atletas negros Sanneh. Por delante de ellos el del nombre italiano controlaba todo y quien pasaba pagaba peaje a Mastroeni. Descarado y valiente el sistema americano. Un largo despeje, apertura a la banda, carrera de Sanneh y centro perfecto que cabecea impecable a la red Mc Bride. Mas chulos que un veinte, tres a cero y Bahía de portero. Se calmaron los portugueses, sin duda se pararon a pensar, no podemos ganarles corriendo, juguemos. Lo hicieron pero tenían poco tiempo.

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