Diario de León

OPINIÓN Xabier Azkargorta

De razones y silencios

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León

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Era otoño, mes de mayo en el cono sur, esperaba un avión en el aeropuerto de Santiago para viajar a Buenos Aires tomando un café cuando apareció un grupo uniformado, era un equipo de fútbol. Reconocí enseguida al Virrey; era el Vélez de Bianchi que venía de jugar un partido de la Copa de Libertadores. Un poco más atrás, separado pero sin perder de vista a nadie, un hombre de gran envergadura, Chilavert caminaba mirando al frente sin dejar de ver todo lo que ocurría a su lado. Me reconoció. Nos saludamos y me pidió, muy educadamente, permiso para sentarse en mi mesa. Acepté encantado su compañía, entre otras cosas porque me parece todo un personaje. Hablamos de Chile, de España, de Zaragoza y del fútbol argentino. No voy a durar mucho en Buenos Aires, me tienen enfilado, me soltó en un momento de la conversación, les he desafiado demasiado y ya no me perdonan, ni siquiera en mi club, porque los enfrentamientos que he tenido en el ámbito de selección me van a pasar factura, pero soy así no puedo cambiar. Hablaba con pausa, sin pasión pero con gran profundidad, acompañando con la mirada a cada palabra, sin alardes, con rotundidad. Es un portero rotundo, un personaje absorbente. Comentamos algo sobre el fútbol español y estábamos de acuerdo, se mira mucho el ombligo y tiene un cierto desprecio para otras ligas que no sean la italiana o la inglesa. Lo que ahora acaba de decir, que España no clasificaría en las eliminatorias sudamericanas, me lo dijo entonces, lo que indica que es una teoría de la que está convencido y no lo ha sacado ahora para provocar. Yo, creo que España clasificaría, pero doy fe de que las eliminatorias en Sudamérica son muy duras y se juega mucho ese otro fútbol del que habla Camacho y del que los paraguayos son fervorosos practicantes. Son supervivientes, se ganan a pulso los detalles de la vida, nadie les facilita las cosas y para llegar tienen que dejar muchas víctimas en el camino. Es envolvente el gran portero paraguayo, sincero como un bruto, fuerte como una roca y astuto como un sicuri. España deberá tener cuidado con el otro fútbol en el que son maestros los rojiblancos. Valerón, Raúl y Tristán deberán husmear entre líneas, sacar de su sitio a los tres centrales, Cáceres, Ayala y Gamarra y buscar las espaldas de Caniza y sobre todo de Arce, que va y viene como una marea. Acuña y Struway tienen poderío en el centro, y buscan la habilidad y velocidad de Campos y Alvarenga para abrir hacia las bandas, mientras todas las maniobras en la distracción van dirigidas a Santa Cruz, el gran rematador, a quien le han educado a ser práctico en la escuela alemana. Cada falta será un susto, cada corner un peligro y el balón será un tesoro en los pies. Tener el balón controlado y raso, será fundamental para la victoria. Algunos pensarán que a Maldini no le quieren, que hay problemas entre ellos y no sé cuantas cosas más. Que no les distraigan, porque y repito, son unos supervivientes que cuantas más dificultades tienen más recursos encuentran. Su riqueza es su ambición, y bien harán los nuestros si no juegan con odio, sino con la serenidad y confianza que da un trabajo bien hecho, sin pereza, en silencio. Rescatemos a Calderón, no al del Betis sino al De La Barca: Cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla.

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