Diario de León

El portero sudamericano ofreció una imagen muy pobre bajo los palos

Paraguay pagó cara la decadencia de un gordo y lento Chilavert

José Luis Chilavert no tuvo su día frente a España. Y no precisamente porque no marcara los dos goles prometidos, sino por algo mucho peor: porque demostró estar en las últimas

Publicado por
JEONJU. A.G.
León

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En realidad, de todo lo que fue, al capitán de Paraguay sólo parecen quedarle ya sus extravagancias y su aureola de líder carismático entre sus compañeros, a los que anima y arenga en guaraní. Eso y el cañón que sigue teniendo en el pie izquierdo, como se vio en el único libre directo que pudo lanzar en todo el partido. Casillas lo atajó con apuros. Por lo demás, Chilavert ofreció una imagen muy pobre. Nada que ver, por ejemplo, con la de hace cuatro años en el Mundial de Francia. Entonces todavía era un tigre debajo de los palos y un general que dirigía la batalla desde la media luna del área. Contra España, sin embargo, pareció estar de vuelta en esto del fútbol. Gordo y lento, el capitán de Paraguay acabó siendo, de hecho, uno de los peores de su equipo. Ya en la primera parte, en una vaselina de Raúl, apenas pudo elevar sus cien kilos para despejar el balón a córner. En la segunda mitad, su decadencia se hizo más patente. En una salida del área, corriendo con el balón y mandándolo a la grada, se le vio tan torpe que, por momentos, pareció una caricatura de sí mismo. Pero lo peor, sin embargo, fue su error flagrante en el segundo gol de España. En otro tiempo, Chilavert hubiera atajado sin despeinarse ese balón de De Pedro desde la izquierda. Este viernes, por el contrario, llegó tarde y facilitó la remontada de España. En fin, que hasta los viejos rockeros mueren. Bandera a media asta La capital de Paraguay vivió un triste amanecer el viernes, con las calles completamente vacías. A las cinco de la madrugada dio comienzo el partido que su selección perdió frente a la de España. Los aficionados paraguayos acudieron con gran disgusto y adormilados a sus puestos de trabajo. El Gobierno había dispuesto que los funcionarios públicos entraran una hora más tarde para ver íntegro el partido, aunque luego tenían que recuperar el retraso. «Hoy (por ayer) deberíamos poner la bandera a media asta», dijo un trabajador, con ojeras en el rostro, mientras se disponía a coger uno de los escasos autobuses que comenzaron a circular por las calles todavía semidesiertas. Los guardias de tráfico siguieron las evoluciones del encuentro reunidos en grupos para comentar las incidencias, en especial el gran error de Chilavert en el segundo tanto español. Las mayores críticas iban dirigidas a Maldini.

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