Diario de León

OPINIÓN Xabier Azkargorta

Como perros de rico

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León

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Parecía que Argentina llegaba a este partido con más argumentos. Eran los favoritos. Los ingleses habían obtenido un punto contra los suecos mientras los argentinos habían vencido a Nigeria. El partido era en el estadio más espectacular del campeonato, en Sapporo, donde el terreno de juego se pasea sobre ruedas, entrando y saliendo del recinto, para dar paso a la pista de hielo y al béisbol. La FIFA, que hace algunas cosas con tal habilidad que parecen por sorteo, puso este partido en la isla de Hokaido, en el norte de Japón, donde Paquito perdió el sombrero cordobés y ganó el oro, para así controlar mejor a los ''hooligans'', esos indeseables que descalifican a los magníficos aficionados ingleses. De la misma forma, los daneses se quejan de que a ellos les ponen dos partidos a las tres y uno a las seis, mientras los alemanes juegan los tres partidos por la noche. El sorteo es el sorteo, debe pensar Beckenbauer con bastante ironía. El partido no fue de gran calidad técnica pero tuvo mucha emoción y un duelo táctico muy interesante. Bielsa divide a su equipo en cuadritos donde sitúa a sus jugadores, de forma que, si sales tú, entro yo. Si Zanetti sube por la banda, Ortega abandona la misma hacia dentro y entonces entra Verón por la diagonal, intercambiándose las posiciones de los jugadores pero manteniendo los cuadritos. Si Sorín está de interior, significará que Verón apoya la jugada y el Kily estará abierto en la banda. Todo mecanizado, automatizado. Cada jugador tiene que resolver sus conflictos dentro del cuadro. Los ingleses, más clásicos, pusieron a sus jugadores en el esperado 1-4-4-2, con dos centrales poderosos, dos laterales de sube y baja, y dos puntas, uno de disputa y fuerte como Heskey, y el otro hábil y escurridizo como Owen. Se lesionó pronto Hargreaves y fue sustituido por Sinclaire. Esto ayudó al equilibrio inglés, porque el número cuatro jugó muy bien en el carril izquierdo, empujó a Scholes hacia dentro, al lado de Butt y Beckham siguió en la banda derecha. Los ingleses enseguida encontraron el punto débil de la defensa de tres centrales. Owen caía sin parar al hueco formado entre el central Placente y la espalda de Sorín, obligando a los laterales a subir de reojo y forzando a los centrales hacía las bandas. Había una gran deportividad en el terreno de juego, Colina controlaba el aspecto arbitral y de pronto, dentro del área, Pochettino hizo una entrada a Owen y retiró la pierna, pero el reciente balón de oro se tiró al suelo. Penalti que no se produjo, pero existió, porque el árbitro italiano lo pitó. Asumió la responsabilidad Beckham. Fuerte, raso, con decisión y rabia, esperando el momento de tomarse una revancha que ha estado esperando cuatro años, desde Francia 98. Bonito el detalle del capitán inglés con el capitán argentino Simeone, antes de retirarse al descanso. Se cerraban las heridas y se abría el partido para Aimar. A Verón está claro que no le van los ingleses y entre ataques argentinos, desesperados y desordenados, se consumió el tiempo. Ganó Inglaterra y Argentina no se rinde, les queda el partido contra Suecia para ganar y clasificarse. Siempre con el espíritu dispuesto, tendrán a Maradona, que ya puede pisar tierra japonesa, y además ya saben lo que dicen los argentinos; ellos no perdieron la guerra de las Malvinas, quedaron subcampeones. Son entradores como perros de rico.

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