El árbitro quiso convertirse en el protagonista del partido; en torno a él se explica todo

El comienzo de la segunda parte no tuvo titubeos por parte de la Cultural. Mantuvo el ritmo en la zona ancha. El Getafe pasó por apuros, pero muy pronto varió la decoración. El árbitro, una circunstancia del partido ajena a la voluntad de la disposición del entrenador de la Cultural, Álvarez Tomé, quiso convertirse en el protagonista del encuentro. Una decisión arbitral provocó el triunfo de la escuadra local. Ni Sergio Fernández ni Suárez se creyeron la postura del colegiado. Mientras tanto Zafra, con pillería y astucia, engañó al trencilla que se fue directo al punto de penalti, dispuesto a sancionar al infractor con una determinación que invirtió los términos de la justicia sobre el terreno de juego. La acción marcó el encuentro. La Cultural quiso recomponerse colgando balones hacia Irazusta y Rubén Blaya, que trabajaron a destajo para tentar la igualada. El Getafe nadó y guardó la ropa. Incluso, con el marcador a favor pudo ponerse en franquicia en acciones a la contra. Kuni, primero, y Mora después (caída clara en el área) trataron de noquear a los leoneses. La Cultural apeló al orgullo y al amor propio. La garra apareció en cada uno de los jugadores. Incluso Fran se fue a la ducha antes de tiempo por esmerarse demasiado en su cometido. Ardor que no dio los frutos apetecidos. El último cartuchazo lo soltó el pequeño Iván Casquero. Su zapatazo agazapó a la hinchada local, que pidió la hora diez minutos antes de la conclusión del partido. La Cultural perdió una batalla. Decisiva, sí. Pero aún quedan otras tres. La guerra todavía no ha concluido y la Cultural promete dar la cara hasta que haya la más mínima opción de ascenso.