Cómo poner verdes a los bleus

Estupor, tristeza y frustración. Francia está descorazonada y abatida. La eliminación de sus campeones, emblema de su mestizaje multicultural, ha sido un golpe franco. Un mazazo no por esperado en las últimas horas menos contundente. Algunos prefieren recordar las glorias recientes y confiar en el futuro. En una carta enviada al capitán, Marcel Desailly, el presidente Jacques Chirac, se mostró «profundamente decepcionado». «Tenéis que sobreponeros a este fracaso y trazar de nuevo un camino a la altura del fútbol tricolor que debe seguir siendo la referencia mundial», les arengó desde el Elíseo. «El deporte está necesariamente lleno de incertidumbres y es una ocasión para un país de tener una fuerte movilización, pero no para caer en un exceso de nacionalismo», reflexionó el primer ministro, Jean Pierre Raffarin. «No se debe quemar lo que se adoró ayer», apostilló. Por su parte, Jean Yves Le Gallou, número dos del partido ultraderechista MNR, llevó el agua a su molino racista al opinar que «este acontecimiento simbólico contribuye a echar abajo los dogmas sobre la superioridad de las sociedades multiculturales y pluriétnicas». «Dinamarca, un equipo europeo y arraigado, con los colores de un país que ha recobrado su orgullo nacional, ha eliminado a una Francia tan gris como ficticia», valoró. Algunos patrocinadores de la selección gala, como Adidas, tienen preparada una campaña publicitaria para agradecer a los bleus sus proezas de los últimos años. La compañía de telefonía móvil Bouygues Telecom ha suspendido la emisión de un anuncio en el que se veía a un Bixente Lizarazu acosado por los hinchas resoplar: «No aguantaré un mes así». La principal víctima de la prematura eliminación es la cadena de televisión privada TF-1, que ha desembolsado 168 millones de euros por los derechos televisivos en exclusiva de este Mundial y de 24 partidos de la próxima edición. Sus acciones se han visto maltratadas en la Bolsa pues los analistas calculan una merma de 15 millones de euros en ingresos.