La selección de Camacho accede a octavos de final con un pleno de triunfos tras ganar a Sudáfrica
España pide turno de oratoria
En un Mundial tan loco y sorprendente en el que Francia rumia en soledad su prematura eliminación y a Argentina se le ha desgarrado el alma futbolí
España no tuvo excesivos problemas para concretar su pase como primero de grupo en la primera fase mundialista tras una fácil victoria frente a Suráfrica (3-2) con lo que elude a Alemania en el cruce de octavos de final y se medirá a Irlanda en la siguiente fase. La selección española alcanzó el objetivo que se había propuesto para su último duelo de la primera fase ante Suráfrica. Los españoles, después de derrotar a los bafana bafana por 2-3, se enfrentarán en la ronda de los dieciséis mejores a la República de Irlanda, un rival con menos poder de intimidación que el aguerrido equipo de Rudi Voeller. Hasta ocho novedades introdujo el técnico en el equipo inicial para poner el broche a la primera ronda y, aunque llegó a frustrarse en algunas fases del partido por el juego desquiciado de sus hombres, la apuesta le salió bien. España ganó y se hizo con ese anhelado primer puesto que le aparta de su camino el incordio de Alemania. Del encuentro contra Sudáfrica se deben extraer al menos tres reflexiones. Dos de ellas positivas: que la selección cuenta con 21 hombres de campo- los que han entrado en el equipo en los tres encuentros que aportan la solvencia necesaria para afrontar duelos de altura, y que sigue aliada con el gol. Y la preocupante: no hay forma de evitar los goles en contra a balón parado. Los dos de los sudafricanos fueron así. Y eso que los hombres de Jomo Sono conforman una selección anárquica en su concepción del juego, que se deja la vida en el ataque, pero en la que cada uno de sus futbolistas parecer querer plantar batalla por su cuenta. El de ayer fue un duelo vibrante y rocambolesco en algunas fases. A los dos equipos les bastaba el empate para cumplir sus objetivos. Hubo quien llegó a dudar de la entrega y de la honestidad de los combatientes. La duda la resolvió enseguida el guardameta Arendse. Una pifia suya -de esas que pasarán a la historia y se repetirán hasta la saciedad en televisión- al no bloquear un balón que llegaba a sus manos con suavidad permitió a Raúl adelantar a España. Comienza la fiesta, se pensó en la grada. Nada más lejos de la realidad. Se multiplicaban las llegadas al área del meta sudafricano, pero todas morían en el intento. Morientes y Mendieta desperdiciaron dos inmejorables ocasiones que les brindó el joven debutante Joaquín. No es fácil jugar el primer partido de un Mundial para un futbolista con poco oficio internacional, pero el bético se metió en el bullicio a pecho descubierto. Mientras, a su lado, Albelda y Xavi se presentaban como una pareja de futuro. Cortaban el fútbol del rival y creaban el de su equipo. Sudáfrica no se arredró. La derrota le podía dejar fuera del Mundial, como así fue, y comenzó a poner en apuros a Casillas. De tanto intentarlo recibió su justo premio. El gol de Mc Carthy les valía a la tropa de Jomo Somo, pero Mendieta no pensó lo mismo. El centrocampista español aturdido al principio y más centrado luego estrenó su titularidad con un tanto de falta directa, regalo de la barrera y el portero sudafricano, que desnivelaba de nuevo el marcador. La esperanza del rival Liberada de nuevo por la ventaja, la selección española saltó en la segunda mitad con el objetivo de no volver a ser sorprendida. Pero Sudáfrica no quería volver tan pronto a casa. Radebe devolvió las esperanzas al igualar de nuevo el partido. Fue entonces cuando Raúl decidió seguir el mandato de Camacho y tiró del carro de un grupo que parecía dar muestras de flaqueza. Marcó el tanto de la victoria, puso fin a las especulaciones y volvió a demostrar que su presencia será decisiva en el destino que le aguarda al equipo español. Su luminosidad es vital en el rendimiento del combinado nacional. Por eso le reservaron en la segunda parte.