OPINIÓN Miguel Pardeza
No olvidemos al México lindo
No nos olvidemos de México, un país que nunca nos enseñó nada, si descontamos su hermosa geografía y su folklore pintoresco. Hasta ahora su fútbol pasaba como una anécdota teñida de colores insustanciales. Nadie dejaba de reconocer un cierto registro técnico en sus jugadores, pero pocos eran los que no los condenaban por su pobreza física y su escaso sentido para el ensamblaje disciplinario en el orden táctico. Como suele ocurrir con terca ceguera, los mitos a veces sobreviven a la realidad. Y por lo que uno sabe por propia experiencia, en aquellas tierras la progresión en todos los aspectos relacionados con el fútbol de verdadera competición no ha hecho sino avanzar callada pero firmemente. Baste este partido contra la caótica Italia como prueba de lo que venimos diciendo. Tampoco es que a estas alturas superar a Italia sea encomiable proeza, a tenor de cómo están las cosas en las que no hace mucho constituía la meca mundial para entrenadores ambiciosos y futbolistas ansiosos de alharacas y dinero. Es tal el grado de decadencia que nunca me cansaré de denostar una sensibilidad que premia el ostracismo del talento y subordina el fin de ganar a cualquier medio bastardo. De poco vale que en las alineaciones de sus equipos aparezcan algunos nombres relevantes, porque sólo pueden considerarse como concesiones malqueridas en un contexto tendente a la miseria. El empate frente a la dinámica México fue mal menor.