Diario de León

España elimina a Irlanda en la tanda de penaltis con acciones soberbias del portero del Madrid

Iker Casillas rompe el gafe español

En un final de infarto, apoteósico, con Iker Casillas de emperador y Mendieta de verdugo. España ya está en cuartos de final. Éxtasis en Suwon, pasión

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Ángel Pereda - SUWON.
León

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La providenciales intervenciones de Casillas y su valentía y talla de gran portero en la tanda de penaltis salvaron a España de decir adiós al Mundial. Lo hubiera hecho, además, avergonzada por haber realizado un juego esperpéntico, despreciable y atormentado. Cuando tenía que dar la cara de verdad, la selección fue víctima de sus miedos y de una falta de carácter escandalosa. El resultado estuvo a punto de castigar a un equipo que dio la impresión de haber vivido engañado. Se había superado el trauma de caer siempre ante rivales discretísimos y en cuanto apareció un enemigo que planta cara se olvidó de hacer el fútbol alegre que tantas expectativas había levantado en la primera fase. Fueron unos minutos de dudas y desasosiego en las filas españoles. La imagen del partido les decía que había que situarse en el campo, tener paciencia y saber esperar, porque la baraja irlandesa tenía que romperse de un momento a otro. Y así fue. Un centro de Puyol al primer palo -cuánto le deben sus compañeros a este joven que mantuvo el tipo con una seriedad y calidad encomiables- lo peinó como él sabe Morientes al segundo poste. Gol, delirio en el banquillo español y desolación en unas gradas pobladas por más de 6.000 fieles hinchas irlandeses. Con un pie en cuartos, no había que perder ahora la compostura. Pero el tanto desarboló a los hombres de Camacho. Eran momentos de desconcierto e Irlanda comenzaba a ofuscarse, quería ganar. Pudo haber sentenciado el duelo Morientes, pero el colegiado apreció fuera de juego donde no lo había. España no puede, da muestras de pasividad, como si el resultado fuera suficiente. ¿Qué les pasaba a los jugadores? Quizá estaban siguiendo esa máxima de Camacho de que los partidos se rompen en el segundo tiempo. No era eso. Los futbolistas españoles estaban atolondrados. Y no parecía haber forma de solucionarlo. Irlanda llegaba cuantas veces quería. El empate se veía venir. Pasaban los minutos. El árbitro volvía a cerrar los ojos ante un claro penalti a Raúl. No era el día de España. El seleccionador tira de manual y decide defender la ventaja. Malo. Se va De Pedro y entra Mendieta. Morientes marcha a los vestuarios y le sustituye Albelda, un hombre que llegó lesionado al Mundial, que malamente se ha recuperado y que se volvió a romper cuando el equipo más le necesitaba. El colegiado se inventa a un penalti a favor de Irlanda. Y surge Casillas para desbaratar la acción y mantener la ventaja. Empezaba su gran noche. Otra mala noticia. Raúl se retira con dolores en una pierna. Quedan tres minutos de sufrimiento. Pero aquello tenía muy mala pinta. Y llega el gol del empate en un agarrón de Hierro, tan inocente como incomprensible en un hombre de su experiencia. Prórroga en inferioridad Empate, y a la prórroga con un jugador menos, porque, por decisión médica, Albelda se queda en el vestuario. Daba pena ver a Luis Enrique de delantero centro, a Juanfran no sabiendo a quién pasar, a Valerón circulando sin sentido con el balón como si aquello fuera una noria. No había forma de lograr el gol de oro. Irlanda tampoco quiso guerras locas. Justo al borde del final el sueco Anders Frisk decretó penalti por un claro agarrón de Hierro a Quinn y Robbie Keane empató. En el tiempo de prolongación los irlandeses no pudieron superar la barrera que situaron los españoles. Casillas otra vez. Se colocó bajo los palos como si fuera una práctica habitual en él. Keane marcó y también Hierro. Holland erró su lanzamiento y Baraja dio ventaja a España. Casillas descubre las intenciones de Connolly. Juanfran devuelve los temores, pero es la noche de Casillas, que detiene a Kilbane. Suspiros y suerte en manos de Mendieta.

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