Diario de León

OPINIÓN Miguel Pardeza

La suerte

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En esta ocasión apareció la suerte. Y no entro a valorar si de forma merecida o injustamente. España daba la impresión de ser superior a Irlanda, aunque su juego no lo confirmase. Puede que el madrugador gol de Morientes mermara el aliento que se necesitaba para jugar un partido de esta talla. El caso fue que faltó distancia; y por culpa de ello se perdieron hombres fundamentales de otros días como De Pedro, Valerón o Raúl. También es verdad que éste quizá era el escollo más difícil, después de la brillante clasificación y teniendo en cuenta que a estas alturas el desgaste cobra un relieve peligroso sobre todo para equipos que basan su funcionamiento en el talento creativo. Hubo poca sintonía en el medio, costaba llegar por las bandas y Raúl no encontró los cuatro o cinco metros entre líneas para aparecer con el oportunismo habitual. Fuera de esto, quiso estar demasiado al límite sin que la opción diera algún rendimiento. Luis Enrique no mejoró a Joaquín en su banda derecha y Baraja se encontraba más de lo recomendable con dos y hasta tres contrarios. Definitivamente España no estaba para lujos. Tampoco es que lo estuviera Irlanda, a pesar de que su tono y su ritmo presentaban signos de una mayor fortaleza. Eso sí, agradó por su regeneración futbolística. De ser un grupo de abigarrados armadores ha pasado a ser otro de jugadores interesantes que son capaces de darle al espectáculo una propina de diversión. Es posible que su esfuerzo hubiera merecido otro final, si no fuera porque era la hora de España. Y como suele suceder en estos casos el alumbramiento tuvo que venir por vía dramática. La prórroga fue una tortura para los nuestros. Sin oxígeno, justo de piernas, con diez jugadores, alguno de ellos lesionado, todo lo que ocurriera con el resultado era cosa de tirar del orgullo y el amor propio. Y ahí apareció Casillas, porque no hay épica sin un portero que la encarne. Lo del joven madridista va para una novela larga, por su juventud y por ese don especial de acaparar la atención cuanto mayor es el compromiso que hay que solventar. Cumplió en la final de la Liga de Campeones y volvió a cumplir contra la meritoria Irlanda. También una Copa del Mundo se gana con un portero y una pizca de fortuna. El meta español emuló las gestas que ha fraguado el Mundial bajo los doas palos, ante el punto de penalti.

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