Marcelino Sión explica el sentido último del torneo que dirige en León
«Si no queremos que el ajedrez muera, hay que buscar nuevas fórmulas»
Desde hace quince años es el alma mater de un torneo que empezó modestamente como uno más de los que entonces se celebraban en España para ir cada año encaramándose un poco m
-¿Cómo está el ajedrez en España y en concreto en León? -Creo que estamos pasando por un mal momento en lo que se refiere al ajedrez comunitario y por extensión en el resto de España con honrosas excepciones. Faltan ideas, programas, eventos y esa capacidad de los organizadores para ilusionar a los patrocinadores. Porque si uno mismo no cree en lo que vende, en que lo que va ofreciendo es lo mejor, difícilmente podrá convencer a nadie de que su producto es rentable para los sponsors. Esto es precisamente lo que está sucediendo en el ajedrez español y más concretamente en el comunitario. -¿Cuál es entonces la fórmula para conseguirlo? -Sencillamente mirándose en deportes que como el ajedrez tienen en principio poco tirón de masas, como el golf, pero que con la fórmula adecuada ha logrado una penetración de masas importante, y eso es lo que debemos hacer también con el ajedrez. Unos trabajan en esa dirección mientras otros echan zarpazos sobre lo que ya hay y eso no es bueno para nadie. Falta de transparencia -¿De cara al ajedrez comunitario quiere decir que no funciona el sistema? -No funciona sencillamente porque no hay transparencia. Yo soy profesor de un Instituto de León , el Padre Isla, donde se forman gratuitamente desde hace 25 años, a los jóvenes promesas. Pues bien por parte de la Delegación Territorial de Ajedrez no tenemos ningún comunicado de los torneos que se van a celebrar, de los proyectos que se van a llevar a cabo y todo queda un poco a lo que nosotros averiguamos por nuestra cuenta. Eso, como digo no es bueno y crea un clima insano de cara a la familia ajedrecista y a los jóvenes en concreto. Hay que ser muy generosos con los medios de comunicación, no escatimar recursos y sobre todo tener muy calro de que el ajedrez necesita un cambio de imagen muy claro y muy rápidamente. -¿Ese cambio de imagen es el que usted le ha querido dar al Magistral buscando otra fórmula para el próximo año? -Creo que la filosofía que ha tenido desde siempre el Magistral es de que sea un torneo serio. Que la gente que lo conoce y quien no lo conoce, cuando oye hablar de él, sabe que se está hablando de algo que merece la pena al máximo nivel de competición. Pero eso nos ha costado muchos años de esfuerzo, de trabajo serio y de ganarse la confianza día a día de las instituciones y de los medios, de los jugadores y del público en general. Y que cuando se nombre el torneo Magistral se sepa de antemano que es lo mejor, sin fraudes y con total trasparencia. Para el año próximo serán cuatro los jugadores que estarán en el torneo. Será por sistema de matches eliminatorios y dos jugadores saldrán de dos ciclos mundiales que durante el año se celebren por Internet en todo el mundo y los otros dos será aquellos de la élite que invite la organización. Renovarse o morir. -De cualquier modo hay algo que parece no ir al unísono con los nuevos tiempos y es el que entre tanto joven que hay, entre tanta clase especializada y entre tantas competiciones, a veces no tanta, no aparezca ningún jugador que destaque en las competiciones nacionales ¿a qué se debe esto? -Hay muchos factores. Los niños se desarrollan muy rápido hasta un determinado punto pero luego el desarrollo es mucho más lento porque coincide con su desarrollo biológico y esto entorpece un poco los sistemas de progreso del muchacho. Su atención se dispersa en otras actividades que le atraen al principio tanto como el ajedrez y que luego, si el amor y la vocación por el juego no es la que se requiere para dedicarse a él. Se acaba por abandonar. Esa es la principal dificultad para que aparezcan nuevos valores. El que el campeón de León de este año, y esto lo digo con todos los respetos para Torre, sea el mismo que lo fue hace quince o veinte años, significa que algo no funciona entre la juventud ajedrecística. -¿Cuál es entonces el fallo, si lo hay? -El jugador de ajedrez no basta que para progresar vaya a clase solamente, debe estudiar por su parte en casa. Y una vez que esto lo haya hecho entonces es cuando interviene el profesor. El le dirá donde está los fallos, donde debe trabajar más determinada fase del juego, donde tiene los puntos fuertes, etc. Pero de otra forma con sólo jugar. O venir a clase poco se adelanta. -Entonces, ¿hay mucho profesor y poco trabajo individual? -Siempre lo he dicho. En España hay mucho torneo de media hora, de fin de semana, pero poco que forme al jugador. ¿Cuándo un jugador va a jugar finales bien analizados?, ¿cuándo va a jugar partidas realmente duras donde los nervios, los conocimientos y la experiencia comiencen a tener su verdadero valor?. De ahí que el nivel autonómico sea bajo y esté carente de jugadores con verdadera proyección de futuro que estimulen. En esta comunidad tratamos de ver el ajedrez como el ajedrez hotelero haber si traemos cincuenta personas para cubrir las plazas que tenemos. -¿Es decir que la base y la cantera no bastan para paliar el defecto? -Desde luego. Se habla mucho de jugadores base, de torneos juveniles, de escolares e infantiles pero eso no basta porque su objetivo es desarrollar élite, que aparezcan grande jugadores como hicieron en Rusia con los Palacios de Pioneros. De ellos salieron las promesas que con los años dominaron el ajedrez mundial. Pero eso de separar la base de la élite es de locos, como si fueran compartimentos estancos. Labor del Magistral -¿Entonces el Magistral para qué sirve? -El Magistral cumple una parte de esa labor. Nosotros traemos jugadores de superélite que juegan su torneo y pueden crear afición y para quien la tenga incrementarla, pero nosotros no somos los que debemos luego aprovechar ese tirón, eso lo deben hacer las personas comprometidas en la Federación, es decir en los agentes organizadores que son quienes deben de encauzar esta fuerza si es que la hay. Eso crea afición, pero de ahí a que con eso sea todo lo que se puede hacer va un abismo.