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El clima, primer perjuicio para España ante la anfitriona Corea

El gol del calor y la humedad

Jugar al fútbol a las 15.30 con una temperatura superior a los 30 grados y una humedad relativa del aire por encima del 70 por ciento, como prevén los meteorólogos durante el partid

España juega bajo una climatología que perjudica seriamente la salud

Publicado por
Agencias - GWANGJU.
León

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Los jugadores acostumbrados a desenvolverse en estas condiciones ambientales, como los coreanos y los japoneses, disponen, por el contrario, de una ventaja con relación a los adversarios que proceden de climas menos bochornosos o más secos. La deshidratación, que puede acarrear otros efectos secundarios, es el peligro más cercano para los jugadores, cuyo organismo se ve obligado a rozar los límites del esfuerzo en un partido de la Copa del Mundo, especialmente ahora, cuando sólo vale la victoria. El equipo campeón mundial habrá jugado, a fecha 30 de junio, siete partidos en un mes, un esfuerzo no demasiado exigente en apariencia, pero que adquiere todo su rigor si se añade a una larga temporada de los jugadores en sus clubes de origen y se consideran las circunstancias ambientales. Los servicios médicos de las selecciones participantes tomaron sus precauciones para llegar con tiempo a Corea y Japón. El organismo humano necesita un día de adaptación por cada hora de diferencia horaria con respecto a su país de origen y al menos diez para acostumbrarse al calor del país de destino. El cuerpo humano se ve obligado, especialmente en los primeros días, a movilizar sus reservas de agua para refrigerarse, como los coches, y el 66 por ciento de los líquidos corporales se pierden por la vía del sudor, método mediante el cual se refresca la piel. La función de los mecanismos termo-reguladores del cuerpo se complica en alto grado cuando la humedad ambiental es muy alta. El sudor, al contacto con el aire húmedo, se seca con dificultad en la piel y el proceso de refrigeración corporal queda perturbado, lo cual obliga al corazón a bombear un volumen mayor de sangre hacia la periferia en busca de refresco. La pérdida de fluidos corporales, a su vez, espesa la sangre y al corazón le cuesta cada vez más trabajo empujarla hacia la periferia, lo que aumenta el riesgo de ataques cardíacos. Menos oxígeno, más cansancio El músculo, privado del aporte sanguíneo normal, recibe menos oxígeno y reduce su rendimiento. El jugador empieza a sentirse exhausto en la segunda parte del partido. El problema, obviamente, se agudiza en caso de que sea necesaria prórroga y lanzamiento de penaltis, como ocurrió en el España-Irlanda del 16 de junio. La imagen de jugadores deambulando, agotados, por el campo al final de los partidos no es tan frecuente como entre los corredores de maratón, pero a medida que se acerca el final de la Copa del Mundo y la temporada de lluvias monzónicas en Corea y Japón (a partir de este fin de semana, según los meteorólogos), los partidos que se juegan a las 15.30 se prestan más a causar víctimas. El organismo de un deportista profesional dispone, por efecto del entrenamiento intensivo, de respuestas que no tiene el de una persona normal. El futbolista puede atajar el problema tomando agua y bebidas isotónicas durante la dos horas anteriores al partido, y aprovechar cualquier parón del juego para beber agua en tragos cortos. El Comité Organizador del Mundial en Corea fijó para el partido a una hora que cualquier médico sólo asignaría a su peor enemigo.