Jaime Quesada trae la experiencia al lateral derecho del equipo de la Cultural
Un futbolista de cualquier categoría
Quien lleva muchos años en el fútbol sabe de las virtudes personales que imperan en el juego, al margen de la calidad como futbolista. La profesionalidad y la modesti
La mesa amplia color barniz, que la Cultural utiliza para las presentaciones de jugadores en la sede de República Argentina, recibe en estas fechas un nuevo huésped casi cada día. Unos se sientan y miran con cautela a la prensa por encima de los micrófonos, con los ojos asaltantes a cada estímulo. Toman el papel de un insecto que es observado por un entomólogo. Otros, hombres que conocen el juego recíproco de los medios y los futbolistas, sonríen e intentan ser agradables; como un adolescente en un baile de fin de curso. Y los veteranos, aquellos que llevan en su baúl la pegatina de varios puertos, analizan la sala con la indescifrable mirada que utilizan los paisanos de la montaña leonesa cuando juegan al mus. Jaime Quesada pertenece al último grupo. «Soy futbolista en Primera, en Segunda y en Tercera. Me siento futbolista igual», espeta el catalán en una de las primeras preguntas. No es algo buscado para ganarse el aplauso gratuito, sino una primera muestra de personalidad; una autopetición de respeto. El jugador, nacido en Barcelona el 21 de septiembre de 1971, tiene un currículum de largo recorrido. Desde que salió del Hospitalet, Lleida, Real Betis, Las Palmas y Recreativo de Huelva le han pasado de Segunda División B a la categoría de plata y de ahí a Primera. Este lateral derecho de 1,77 metros y 77 kilos sabe perfectamente a que ha venido a León. «Si no fuera para ascender me hubiese quedado cerca de mi casa», corta Quesada ante la circunvalación con que le lanzan la pregunta de para qué viene. Segunda sentencia. Y no le ha sido necesaria la ración de adulaciones a la afición ni a la ciudad. Siempre hay alguien que se apresura a pedir que se defina el jugador, que dé dos o tres pinceladas de lo que va a aportar al equipo. «Soy un lateral derecho, más bien defensivo. No soy un crack», dice mirando de frente. Si esperaba un recibir un tratado preñado de cualidades, se ha topado con un pragmático. El catalán, bruñido al sol de las islas cercanas a África, ha firmado por dos años con la entidad culturalista «con opción a otro más dependiendo del rendimiento», aclara para que nadie piense acude a León previo paso al geriátrico futbolístico.