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La segunda semana del Tour de Francia ha dejado la carrera totalmente seleccionada en los Pirineos

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Benito Urraburu - BEZIERS.
León

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«Bajaba por las escaleras de un hotel de los de entonces, pequeño, y ví una habitación abierta. Me asomé y había una maleta. Era la de Tom Simpson. Compartíamos hotel con el equipo inglés y me impresionó mucho ver aquella maleta en una habitación vacía, sabiendo que era la que tenía que ocupar él». Era un 13 de julio de 1967, un día con un calor insoportable. Ramón Mendiburu, a quien corresponden la palabras con las que hemos comenzado este reportaje, tenía entonces 27 años. Corría con uno de los dos equipos nacionales que había en la prueba. «La etapa comenzaba en Marsella y finalizó en Carpentras. Según íbamos subiendo el Mont-Ventoux, el calor era sofocante. El terreno desde Marsella era rompepiernas». Mendiburu, ahora director técnico de la Vuelta a España, recuerda al corredor inglés «como un señor. Estaba bien clasificado en la general, quería que fuese el Tour de su vida. Había estado de líder en una etapa anterior que finalizó en Luchon. A unos 3 kilómetros de la cima iba yo en un grupo rezagado. Vimos al doctor Pierre Dumas, el médico del Tour, haciéndole el boca a boca. Stablinkski me dijo que le había visto muy mal». Antes de la cima observaron los helicópteros que trasladaron el cuerpo, ya sin vida, al hospital de Carpentras. Los corredores se enteraron en plena carrera. Al día siguiente, según comentaba Ramón Mendiburu, «todo el pelotón se encontraba muy afectado. El holandés Janssen y Raymond Poulidor estaban abrazados, llorando. La salida de etapa de Carpentras fue emocionante. Se llegaba a Séte y el pelotón se puso de acuerdo para que ganase un corredor inglés. Ganó Barry Hoban, que era su mejor amigo y que después se casó con su viuda».