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LUCHA LEONESA

Boñar impone dictadura

En Boñar, quedó claro ayer que quien tiene el poder se lleva el premio. Los cuatro líderes: Félix Valladares de ligeros, Héctor García de medios, Jesús María Cabero en semipesados y Alberto Rodríguez en pesados impusieron el peso d

Valladares, a la derecha en una foto de archivo, sigue dominando ligeros

Publicado por
A. Caballero Redacción - BOÑAR.
León

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A Boñar le crece el pan con los gallos; a la hora en que mañana se va a dormir. Donde más corre el agua ya sólo hay un negrillo en esqueleto: radiografía de la desidia, de un maragato que toca con sordera. Pero le queda un corro grande. Puro folclore sin pan. Aquí, al sudor de la grada le gusta ligeros. Explosión dinámica reducida al mínimo de peso. Además, si Félix Valladares derrocha solvencia como hizo ayer, le sale a las manos un rojo de frote como tributo al de Pallide. Al llegar a la final con Javier Oblanca la paisanada, que vio guiñar Vegamián y alrededores, tiene complicidad de cercanía con el que censa donde esquivó el muro del Porma. Atrás han quedado Luis Miguel Moro, Aitor García, y Luis Ángel Rodríguez al paso alto de Félix. A Santo Fernández, aspirante al trono, acaba de apartarlo Javier Oblanca. Reunión de gallos. Crestas en alto. El de Villabalter espera abajo: es su baza, y Félix no se inquieta. Un arreón y a la suelta como mal menor suma media el de Pallide. Después mero trámite. Otro abandono al cinto y una cadrilada de Félix como bordón para afianzar un poco más el liderato en la categoría de ligeros. Clemente versus Héctor Medios siguió el esquema tradicional: todo el mundo esperando el cruce de Clemente y Héctor. Y en estas nadie contó con la aparición de Pedro Llamas en el escenario, Al exponente de la adrenalina en la lucha leonesa le viene negando el premio sin paciencia, pero le suelta pequeñas recompensas como la victoria en la semifinal de ayer ante Clemente. Un combate de raza que levantó a la grada con sus mil ojos. Fue una lástima la falta de consistencia del luchador de la Cándana el agarre decisivo con Héctor, un muro físico y psicológico contra el que se topa en cada cita. El luchador de Campohermoso cerró en Boñar con la apariencia de quien sopla una vela: una conducta aprendida en la costumbre. Y la villa volvió a su siesta.

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