España humilla el orgullo yugoslavo a base de espíritu

Entonces, la victoria le sirvió para disputar una final histórica; en esta ocasión, el triunfo tiene menor trascendencia, pero la misma importancia, al tratarse de la actual campeona de Europa y del mundo y en un escenario como el actual. El 71-69 del RCA Dome de Indianápolis figurará a partir de ayer en el libro de oro de la Federación. El sueño de este Mundial ha entrado en su etapa más prolongada, más profunda, la más bella. El equipo que entrena Javier Imbroda, liderado por Gasol, demostró coraje, casta y espíritu ganador. No le importó verse abajo en el marcador en el minuto 33 después de media hora de dominio incontestable, en el cual le sacó los colores a una selección que aspira a derrotar a Estados Unidos en su propio feudo. Hasta por 19 puntos fue ganando España (39-20, minuto 16). España había perdido el dominio, pero mantenía su sitio en la pista, y en los últimos siete minutos dio una lección de ambición desmesurada. Divac puso el 58-59, primera ventaja plavi desde el comienzo del choque, pero este equipo si por algo se caracteriza es por su afán combativo, sin parangón en el panorama internacional. Navarro, brillante al comienzo y apagado el resto del choque, soltó dos bombas triples que noquearon a Yugoslavia. El 66-59 a falta de cuatro minutos era un hilo de esperanza demasiado grueso para romperse. Cuando surgió el Bodiroga que domina el continente europeo, lo que le basta en su ego personal para desechar la NBA en su horizonte, con 8 puntos casi consecutivos, el equipo español vio la luz en su camino triunfal alumbrado por la eficacia y la confianza que está demostrando Carles Marco en este Mundial. Su triple, a falta de dos minutos para la conclusión, daba una ventaja sustancial (71-65) que permitía administrarla con esmero. Cuando Vujanic anotó el 71-69 con cuarenta y cinco segundos por jugarse, el partido parecía rehuir su dueño definitivo. Gasol, a 27 segundos, y Jiménez, en el último segundo, fallaron dos tiros libres cada uno, mientras los balcánicos desperdiciaron otras tantas posesiones.