El Rayo no arregla cosecha

A mediados del siglo pasado, en los pueblos campesinos de la España reprimida, todas las madres deseaban que sus hijas se casaran con un ingeniero. En el siglo XXI, en el fútbol, cuando llega el sorteo de la Copa del Rey, todos los presidentes de clubes modestos suspiran porque les toque un Primera División. En la Cultural, donde la recaudación de la taquilla no es partida con peso importante en el presupuesto, el Rayo Vallecano, cola de león, ha caído con la indiferencia que se crea ante una tormenta que no arregla cosecha. El conjunto leonés, tras dejar en la cuneta al Real Ávila con más dificultades de las programadas en el guión, afronta el próximo miércoles día 11 de septiembre en el Nuevo Estadio (con la hora todavía por convenir) el reto de superar la eliminatoria, aunque sin el peso de hacer valer su superioridad. En la competición que iguala los rangos, los culturalistas intentarán sacar el orgullo del pequeño para pasar ronda y aguardar mayor adversario. El sistema de competición, donde la eliminatoria se resume en un duelo en casa del equipo de menor categoría, otorga a la Cultural la ventaja del escenario. La pasada campaña ya resultó decisivo para que el Racing de Santander, entonces equipo de Segunda División, dejará camino libre para el enfrentamiento ante el Deportivo de la Coruña. Desde el barrio madrileño se advierte de la necesidad del respeto como primer paso para afrontar el partido, mientras que en León se ve el rival como un escollo, no insalvable, que daría al equipo un golpe moral importante. El Valencia o el Barcelona ya probaron la irrevocabilidad de la competición. En la Copa nadie es grande. Torres más grandes han caído. Y la fecha es premonitoria.