El baloncesto establece otro orden en la cita americana
El Mundo cambió en Indiana
El Mundial de Indianápolis ha trastocado los papeles en un deporte que mantuvo unas barreras inexpugnables durante muchos años, visibles con sólo ojear el podio de las grandes citas. Desde la agradable sorpresa de Nueva Zelanda, presente hasta el último día en la competición luchando por el bronce, al estrepitoso fracaso de Rusia -décima, cuando en los dos últimos torneos fue plata-, en estos once días han cambiado muchas cosas. El mito de la NBA hecho añicos es la punta del iceberg de lo que ocurrirá a partir de ahora, con un país como Argentina que engordará considerablemente su palmarés en el próximo lustro, Alemania sacando provecho del influjo de Nowitzki y con Yugoslavia dominando el medallero ahora y por siempre. Para el secretario general honorífico de la FIBA, Borislav Stankovic, España también está en el grupo de los elegidos, pese a que le cuesta pegar el salto para estar también entre los premiados. No es fácil conseguir dos quintos puestos consecutivos en un Mundial, aunque también es verdad que al ponerse el listón demasiado alto, fue mucha la decepción cuando se derribó antes de tiempo. No obstante, quedará como algo más que meras anécdotas las victorias sobre Yugoslavia y, sobre todo, frente a Estados Unidos. Indianápolis también elevó a los altares de los héroes a Nowitzki, máximo anotador del Mundial, con más de 25 puntos de media, y el más acertado en los tiros libres, con un 94%. El chino Yao Ming, con sus 2,26 de estatura, brilló por su acierto en los tiros de campo, un 93,8%, y por su intimidación, con 2,3 tapones por choque. El turco Turkcan lideró la tabla de triplistas, con un 63,2%, aunque sólo convirtió doce tiros en siete partidos, cuando por ejemplo el estadounidense Paul Pierce anotó 33 en nueve partidos, con un 49,3%. Mientras, el venezolano Richard Lugo se llevó el trofeo al mejor reboteador, con 12,2 capturas.