León enmarca el calendario

Salva Maldonado, uno de los pocos entrenadores de LEB que se atrevió a asignarle a Baloncesto León una plaza en semifinales (según una encuesta oficiosa) hace planes para la Liga. Lamenta que su equipo no gane credibilidad en las dos primeras victorias del campeonato, planeadas ante los recién ascendidos, Bilbao y Tarragona. El club leonés envidia los problemas terrenales que ocupan las cábalas de su antiguos rivales directos. Mira el calendario y se echa a llorar. No es para menos, de acuerdo con la poca generosidad que recibió del sorteo de fechas y contrarios. Su peor enemigo no hubiera acertado a trampear la entrada de Baloncesto León en la Liga. Fácil, con tendencia a asequible, el partido ante el Ciudad de Huelva, en la octava jornada. O mejor, el Rosalía, siete días más tarde, el ocho de noviembre. Así de cruel fue el destino con la bola que llevaba el nombre de León el día que sorteó el calendario 2002-2003 en los locales de la Federación de Baloncesto, el mismo ente que asigna el arbitraje: Los Barrios, Cai Zaragoza, Tarragona, Ourense, Cantabria, Tenerife y Murcia. La dificultad del camino, en este caso, resulta inversamente proporcional a la capacidad de tirar de talonario en el mercado. Baloncesto León, después de estirar el cinto hasta un ojal creado para salvar la temporada, acertó con el octavo presupuesto de la Liga; sueldo a sueldo y con cifras reales. Queda la primera lección de la teoría y práctica que aplicó Moncho López: en el basket y en la LEB, el dinero no lo es todo.