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Publicado por
Fran Guerrero - BIRMINGHAM.
León

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La cuenta atrás ya ha comenzado para la Ryder Cup más atípica de los últimos tiempos, que se disputará este fin de semana en Birmingham. Con un año de retraso, los doce hombres del equipo europeo se enfrentarán a los doce del equipo americano, en esta competición que cada dos años pone frente a frente a los dos continentes desde 1927, cuando al empresario Sam Ryder se le ocurrió la idea de un torneo que enfrentara a estas dos formas de ver el golf. Era el desafío de Ryder, ver si los links escoceses e ingleses eran capaz de derrotar a los perfectamente diseñados campos americanos en los que pocas cosas caen al azar. Sólo en una ocasión se ha dejado de jugar la Ryder. Fue durante le guerra europea, entre 1939 y 1945, y este año cumple su 34 edición. Septiembre de 2001 estuvo a punto de formar parte de este triste récord. Los acontecimientos del 11 de septiembre llevaron a suspender la competición; primero, por respeto a las miles de víctimas que murieron en el ataque terrorista de las Torres Gemelas, y segundo, por que el equipo americano en bloque se negó a coger un avión en aquellos días. En el mundo del golf, un año en mucho tiempo, y los jugadores no están igual de motivados y en la misma forma que doce meses antes. Del resultado de esta Ryder puede depender el sistema de calificación, ya criticado por Ballesteros en competiciones anteriores, en aras de hacerla más justa y más competitiva, a favor del espectáculo del golf y teniendo la posibilidad de que cada capitán tenga en su mano elegir a los mejores. Y esto se ha notado más en el equipo europeo, con cuatro novatos y en general con menos experiencia. Y a la vista están los resultados, que afectan a ambas formaciones: solo tres jugadores por cada equipo han obtenido una victoria esta temporada, Darren Clarke, Sergio García y Thomas Björn por Europa; y Tiger Woods, Phil Mickelson y Jim Furyk por los americanos. Lee Westwood y Darren Clarke, dos de las promesas jóvenes de las dos últimas Ryder, están en crisis de juego, como demuestra la última plaza del irlandés en el torneo del Circuito Mundial el WGC American. Aunque como ha comentado en norirlandés, esta semana para él no es tan importante como ganar la Ryder y el resultado no va a influir en su moral. «La Ryder es una competición por equipos, en la que los europeos somos más fuertes. Puede que individualmente nos ganen, pero no en equipo: esa es la característica de Europa», dijo Clarke. Woods tiene otras prioridades No opina lo mismo Tiger Woods, el número uno del mundo, para quien es más importante ganar el WGC American Express: «Te puedo dar un millón de razones», comento el afroamericano, haciendo alusión al millón de dólares en premios para el ganador. «No digo que no sea importante la Ryder, pero allí el esfuerzo es colectivo, no individual. En un torneo normal eres sólo tú contra el campo», destaca Woods, que pese a ser el número 1 del mundo y todos sus torneos de Grand Slam, sólo ha logrado tres puntos y medio en 10 partidos. Volviendo al análisis del equipo europeo, los novatos esta temporada 2002 están desaparecidos. Los suecos Fasth y Fulke, el irlandés McGinley y el galés Price. Y ni que decir tiene del sueco Jesper Parnevik, que juega en el Tour americano, y que lleva un año desastroso. Una elección ésta del capitán Sam Torrance que ya en su momento fue muy criticada, ya que eran muchos los que pedían que fuera Olazábal el elegido: por experiencia, por juego, por nostalgia y por carisma. Esta será la segunda Ryder para el castellonense, que estuvo por primera vez en la vergonzosa Ryder del 1999, cuando el equipo europeo fue vituperado por el americano, que fue perdiendo durante toda la competición.

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