León abre el final de la Vuelta

Sonríe Belda mientras habla, pero el técnico alicantino lleva la procesión, y con muchos pasos, por dentro. Ayer no tenía la alegría de otros jornadas. La noche había sido larga para él y por si le faltaba algo, «los vampiros me han despertado a las 8.30 de la mañana. Vaya un día de descanso que llevo». Belda iba respondiendo a lo que se le preguntaba, pero también indagaba. «¿Qué quieres que te diga? Para vosotros, los periodistas, va a ser una buena semana, pero a mi se me va a hacer muy larga». Kelme es un volcán en plena ebullición, que seguirá escupiendo lava hasta Madrid. No hay ninguna solución, ni para lo que ha pasado, ni para lo que se avecina. A Kelme se le ha alborotado el gallinero, y de qué manera. Belda lo sabe. Estuvo reunido con todo equipo, incluidos los directores, en el hotel, después de cenar, al término de la etapa de el Angliru: «Le pedimos una explicación a Aitor González por su comportamiento. Intenté hacerle ver, según mi entender, que había cometido un error, que viese como estaba la carrera antes y como había quedado después del Angliru». Belda le mandó parar por el ''pinganillo'' en varias ocasiones durante la ascensión, pero Aitor siguió a su ritmo. Aitor les dijo, a Belda y a sus compañeros que «puse un ritmo que era cómodo para mí y seguí». Belda piensa que «tomó la iniciativa cuando no había ninguna necesidad. Tuvo su minuto bueno y lo aprovechó. No teníamos pensado acelerar más la carrera. Cuando más tarde hubiera arrancado Heras, mejor se habría controlado la crisis de Sevilla». Mucho riesgos para la semana final y más con la situación de Kelme. Belda sigue manteniendo que «tanto Aitor como Óscar siguen siendo líderes del equipo. Tengo a Sevilla a un minuto y Aitor está a 32 segundos. No voy a enterrar a Sevilla antes de morirse, ni a Aitor por equivocarse. Sé que vamos a tener seis días de caras largas. A ver como lo digerimos». Esa Vuelta llega esta tarde a León con Roberto Heras como líder y aún lamiendo las heridas del Angliru.