BALONMANO
La impuntualidad defensiva castellana deshilachó su entramado y Marne ofició a su gusto
Juanín y Krivochlykov, para que el pivote abriera huecos. El perímetro leonés empezó a contar intentos por logros y la ventaja se fue hasta el 18-12 en apenas cinco minutos. Pero quien realmente mantuvo la distancia fue la retaguardia, amparada en una condición física hercúlea. La impuntualidad defensiva de Valladolid deshilachó su planteamiento y Marne ofició de mariscal tras leer a la perfección el ataque. Las exclusiones se cebaron con el Ademar y Pastor ordenó defender en 4-2, lo que propició la presencia leonesa en los 7 metros para contrariedad del técnico castellano. Ni esta medida, ni la vuelta al papel de esbirro de Davis surtieron efecto. El partido viajaba entre la placidez y el deleitamiento de la grada cuando Ademar apagó el interruptor a cinco minutos del final con 28-22. Entonces, Valladolid capituló entre estertores y adecentó el marcador. No importó, la grada tenía su premio. Ayer, el patrón y la sucursal cambiaron papeles.