OPINIÓN Marro
El lastre de los colegiados
Arbitrajes.
Casi siempre son las recurrencias de la lucha leonesa -deplorables y bochornosas recurrencias- las que nos fuerzan a ser recurrentes. ¿Cuántas veces hemos reivindicado un Colegio de Árbitros en serio, dirigido con sentido de modernidad y altura de miras e integrado por gente con capacidad/personalidad/criterio, que hayan de ser convenientemente preparados y formados para la función a desempeñar, y a ser posible que no hayan luchado ni tan siquiera procedan del entorno de la lucha leonesa? Qué más se puede añadir? Lo anterior es la causa y el origen, todo lo que propician y/o provocan son consecuencias: efectos. En todo caso por nuestra parte rematar que, para algunos, además de ineptos también «triperos y peseteros». En el arbitraje estamos peor, mucho peor, que hace 15 años (ay, aquellos tiempos con la impronta de Fernando Cordero...). Y encima se recurre a 2 seudoárbitros por corro, con lo que se doblan errores y horrores. Al menos ahorrarse el jornal de uno y que no se estorben entre ellos, que estorbe uno sólo.Para levantar el brazo sirve cualquiera; y sale más barato, o más bien menos caro (¿y caras?). Lo malo (o sea lo peor puesto que malo con esta gente lo es todo) es «darles papelines de colores p''aque jueguen a enseñarles»... En su incapacidad e ignorancia interpretan lo de árbitro como sinónimo de arbitrariedad. Sanciones Villafruela. Recurrencias... y ocurrencias. Claro que tampoco sorprende demasiado la ocurrencia del contemporizador y salomónico veredicto derivado del plante en el corro de Villafruela. Balones fuera y a no comprometerse... teniendo que actuar sólo sobre los inscritos oficialmente y sin poder hacerlo sobre los aún no inscritos a pesar de su evidente presencia física (siempre podían alegar que no tenían intención de inscribirse-participar). Obviamente esto no es lastre arbitral, sino secuela de lo que tan recurrentemente venimos apercibiendo; lo último el pasado 11 de septiembre: Con los luchadores «de peso» -en la báscula y en la Federación- se transige y se pasa por la discriminación de demorar su inscripción en los corros. Y tal circunstancia discriminadora propicia situaciones aún más discriminadoras como las presuntas sanciones de Villafruela: llegado el caso la acciones a tomar recaerían sobre los inscritos en el momento del plante, sin afectar a las inscripciones «virtuales« y pendientes... de su propio y particular discriminatorio horario. Con el añadido de un Acta Arbitral que, según se nos asegura, daba grima y confundía más que aclaraba. Y menos mal que no le dio por decidir al alcalde de turno como hace 50 años... y como hace escasamente 2 semanas. Efectos colaterales. Ay, los mal-llamados señores Colegiados del mal llamado Colegio de Árbitros. Y ello con independencia de que el Reglamento de la lucha leonesa resulta tan pintoresco y hasta esperpéntico, que -por ejemplo- permite la opción de aplicar una sanción que puede oscilar entre 2 corros y 2 años. Por reducción al absurdo ¿y por qué no entre un apercibimiento y perpetuidad? La modernidad escénica y la modernidad deportiva de la lucha leonesa ha de pasar también inexcusablemente por el arbitraje. Y una última consideración en clave también de colateralidades ¿no iría mejor dirigidas tarjetas y sanciones a estos «ilustrados señores Colegiados del ilustre Colegio de Árbitros aluchero»? Tan pobres infelices que ni son conscientes de sus propias limitaciones. Pero evidentemente la culpa no es de ellos. En cualquier caso la duda sería que les vendría más grande, si lo de Señor Colegiado o lo de Juez-Árbitro. Ni formación colegial, ni justicia de juez, ni... ni... ni...