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Felipe Verde Tello, entrenador del ULE Ademar

«El salto de la cantera a la Asobal es enorme, en el Ademar hay que rendir todos los días»

León

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Empezó a jugar con nueve años en su club de toda la vida, el Estudiantes de la Plata. Pero enseguida se encaminó hacia los banquillos. Ya con 16 ejercía de ayudante y a los 18 estaba al frente de un conjunto benjamín en su Argentina natal. Hoy, unos cuantos episodios después, dirige al filial del Abanca Ademar, de donde asegura que pueden salir numerosos profesionales.

—Dejó su Argentina natal para crecer dentro del mundo del balonmano. Acabó en León pero no era el plan previsto. ¿Cómo aterriza en el Ademar?

—Es una historia larga. Vine a España porque quería aprender otro tipo de balonmano al lado de un gran entrenador pero no sabía muy bien en qué club. Me instalé en Madrid a finales de 2015 y mi contacto con el Ademar fue a través de Carou y Vieyra, que les había conocido en el Mundial de 2013. Ellos me recomendaron irme a León en un principio por un tema meramente económico porque no tenía trabajo. Empecé a ir a entrenamientos del equipo en el Palacio y me hice muy amigo de Diego Dorado, que dirigía la cantera. Él y Luis Puertas me dieron la oportunidad. También con Rafa Guijosa, que fue el primero que me mostró el deporte a alto nivel.

—Desde entonces no solo ha estado en las filas del conjunto ademarista...

—El primer año como técnico le eché una mano a Diego (Dorado) con el equipo cadete, luego estuve en el Cleba y después me incorporé al Juvenil A del Ademar en la 2017-18.

—¿A Cadenas le conoce de Argentina?

—No, lo conocí en León. He tenido muchas charlas con él.

—La cantera del Ademar es un ejemplo a seguir dentro y fuera del país. ¿Qué la hace tan especial?

—La diferencia la marca la cantidad y calidad del trabajo. Siempre se ve que en las categorías inferiores todo el mundo quiere competirle al Ademar. En cadetes y juveniles, por ejemplo, somos un referente. Aquí se entrena mucho y la calidad de los técnicos es excepcional y eso decanta la balanza.

—Como responsable del filial, ¿qué destaca de su equipo este año?

—Somos un conjunto muy joven, con muchos juveniles y eso nos da la oportunidad de trabajar también de cara al futuro. Parte de mi labor es achicar el salto entre esta categoría y la Liga Asobal así como marcar un camino que se parezca al que sigue el primer equipo. Por otra parte queremos que el filial tenga peso propio y entidad para que la gente quiera venir a jugar a León.

—Los Casqueiro, Lodos, Martínez... ya han dado el salto al primer equipo. ¿Hay mimbres para que a corto o medio plazo den ese salto muchos otros?

—Es muy difícil, el cuello de botella se hace muy estrecho. Al final la exigencia del Ademar no es para cualquiera. Yo siempre digo que muchos de nuestros jugadores tendrían un hueco en varios equipos de Asobal pero el Ademar no es lo mismo. Muchos tendrán la posibilidad pero luego ya veremos. Lo que sí creo es que bastantes de estos chavales, si se lo proponen, pueden vivir del balonmano. Y en cuanto a jugadores como Adrián (Casqueiro) qué decirte, lo tuve en juveniles... a todos ellos se les veía mucho potencial desde pequeños, han trabajado muy duro. Y a Antonio (Martínez) le ha tocado estar ahí antes de tiempo por la salida de Mario y aún le quedan dos años de formación.

—¿Es esa brecha entre el mundo amateur y el profesional tan profunda?

—Sí, sin duda es muy grande porque tú cuando juegas en el Ademar tienes que rendir todos los fines de semana. Si haces un mal partido en el filial no pasa nada, pero si ocurre en el Palacio con el primer equipo se van a acordar. Es una Liga muy dura y un público, el de León, gracias a Dios tremendamente exigente.

—La cantera ademarista echa a andar después de meses parada por la pandemia. ¿Va a pasar mucha factura a los chicos este parón?

—Sí, tenemos muchas bajas. Hay que pensar que los chavales llevan meses sentados frente a la pantalla de un ordenador y si en profesionales está habiendo lesiones por todos los lados no me quiero imaginar en la base. Habrá que volver a los fundamentos técnicos y tácticos.

—¿Se ve entrenando a un grande?

—El filial del Ademar está bastantes escalones por encima de lo que habría esperado. Soy de vivir el momento. No me proyecto. Me encanta el balonmano así que mientras me permita comer cada día veremos. Esta pandemia nos enseñó que un día lo puedes tener todo y al otro nada.