Diario de León

SEGUNDA DIVISIÓN B

Simón Pérez trabajó más el derbi

La Deportiva pensó más en la Cultural durante la semana, y eso se dejó ver en el campo y en el resultado. Los bercianos interpretaron el partido y dedujeron rápidamente que la distancia entre líneas a la hora de defender y los

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A. Caballero Redacción - LEÓN.
León

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Cada uno de los entrenadores volcó sobre el césped el dibujo de su pizarra, pero a Simón Pérez se le ocurrió que Alejandro compaginara sus labores de desmarque con las de presión sobre la salida de balón de la Cultural. El tapón restó argumentos para enlazar la transición y atascó las ideas culturalistas. Mientras tanto, en el ataque berciano, la liberación de funciones del culturalista Rubén Vega a la hora de defender dejaba en superioridad a los blanquiazules en el centro del campo. Igor y Lanza hacían de asiento para que Mangas por la izquierda y Cascallar por la derecha abrieran el juego, pero sobre todo para que Alejandro jugara con los espacios entre líneas. Esto hacía que Suárez y Sergio debieran estar muy atentos a los desmarques del gijonés, aunque sin descuidar a Panadero, que les fijaba muy atrás. Ante la disposición de los bercianos, a la Cultural no se le ocurrió otra cosa que el desplazamiento en largo. Villafañe y Ángel Luis no hacían acto de presencia y sólo Rubén Vega intentaba hacer de enlace con Raúl Ibáñez, enfadado consigo mismo y con su tendencia al fuera de juego. Todo ello contribuyó a que Casquero y Fran pasaran a ser meros escoltas de los jueces de línea. Simón Pérez mandó que la presión se iniciara a la altura de tres cuartos de campo y las líneas se agruparon con distancia milimétrica. Ahí, cada uno de los bercianos respondió de forma subsidiaria y guillotinó la creatividad leonesa. Igor, escudado en su traje gris de futbolista de aluvión, fue limpiando poco a poco todas las ideas capitalinas, mientras Lanza leía las casillas del tablero y aplicaba su mente de ajedrecista en el empeño táctico. Los cuatro blanquiazules de la línea defensiva mostraban una seriedad encomiable a la hora de defender, a la vez que los dos laterales tenían tiempo para doblar a sus interiores. En medio de la rutina que regía el juego, una acción de estrategia posibilitó que los bercianos se adelantaran en el marcador. Esta parcela del juego, poco cuidada por los culturalistas, fue la que hizo que la Deportiva se encontrara con el partido soñado. La expulsión y al ataque El partido se fue al descanso sin sobresaltos y volvió al césped de la misma manera. La agresividad y la concentración defensiva de la Deportiva seguían marcando el encuentro. A la hora de atacar, también demostraron los visitantes ser un equipo mucho más trabajado. Mangas sacó el manual y buscó sin descanso en la banda izquierda la llegada de Alejandro desde la segunda línea, después de que los hábiles movimientos de Panadero desplazaran a la defensa capitalina sobre la banda. Las molestias de Suárez obligaron a Álvarez Tomé a sustituirle y a cambiar el posicionamiento. Ivo pasó al centro de la defensa, Casquero bajó al lateral izquierdo e Ibáñez se desplazó al interior para que Irazusta se quedara en punta. Fue circunstancial, puesto que la expulsión de César hizo que el entrenador leonés optara por jugarse todo con la inclusión de un punta más y la presencia de José Vega. En vez de tener más llegada, la Cultural sólo alcanzaba la meta a empujones. La Deportiva no se descosía dado que Alejandro y Lanza multiplicaban por infinito sus esfuerzos en el centro del campo y que la defensa seguía fiel al catecismo de Simón Pérez. A su vez, Panadero entendió perfectamente el giro del guión y obstaculizó las salidas para que los culturalistas recurrieran al patadón. El entrenador berciano dio entrada a Villa para marcar el compás del partido, que se durmió poco a poco en los pies del gallego y en la sapiencia de Mangas. La cabeza pasó a un segundo plano en el juego culturalista y los bercianos entendieron que para que no les sorprendieran era mejor acabar todos los ataques con un disparo. Precisamente fue uno de ellos el que acabó en las mallas de Rubio. Eso fue antes de que la grada ovacionara a la Deportiva.

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