Diario de León

LIGA DE CAMPEONES

No todos los días la suerte está de cara

De forma lamentable el Real Madrid dejó los deberes para la siguiente jornada al empatar a dos goles con el modesto e ingenuo AEK de Atenas, en el lugar idóneo, en casa, y en su competición estrella.

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Enrique Paradinas - MADRID.
León

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El conjunto blanco se fue al descanso con dos goles de ventaja, pero la siesta que se echó en el segundo periodo le costó muy caro. Y menos mal al acierto rematador de MacManaman y a la gran actuación de Casillas en la segunda parte. El Madrid jugó andando, sin tensión y regaló el empate. Al AEK de Atenas no le impresionó el Bernabéu, ni el miedo escénico. Los aficionados madridistas, pocos, estuvieron casi todo el tiempo en silencio. El juego de los blancos no era para tocar palmas. El AEK se limitaba a balones largos, que no se sabe si eran despejes intencionados o sin sentido, porque nunca tuvieron un receptor. Era una forma de regalar el balón, como si al Madrid le hiciera falta. Cuando el partido parecía dormido, un centro atrás de Cambiasso le remató McManaman al fondo de la red griega. No cambió nada. El Madrid siguió a su ritmo y el AEK de Atenas sin enterarse. A falta de dos minutos para el descanso se vio por fin a Ronaldo. El brasileño hizo la bicicleta, sirvió a McManaman y llegó el segundo gol. Con tal parsimonia jugó el equipo de Del Bosque que el AEK se atrevió a lanzar tímidos contragolpes, hasta convertir a Casillas en el salvador de su equipo. Ni así despertó el Madrid. Poco después marcó en un córner Katsouranis en un fallo garrafal de marcaje madridista. Del Bosque hizo un cambio defensivo (Miñambres por McMananman) para mantener la ventaja. Pero llegó el empate a falta de cuatro minutos cuando Centeno estableció el 2-2. De pena, no hay más calificativo.

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