Bernal muestra su poderío en la etapa reina y encarrila el Giro
Egan Bernal no solo quería vencer. Reclamaba un lugar en la historia. Había ganado el Tour de 2019 tras una avalancha de tierra en el descenso del Iserán que obligó a suspender aquella etapa y su vuelo hacia la meta de Tignes. Conquistó París de amarillo, pero le quedó ese mal sabor.
Se lo quitó ayer en las calles de Cortina d’Ampezzo. Llegó solo. Como los mitos. Venía enfundado en un chubasquero negro. Se desprendió de él mientras pedaleaba con la pancarta al fondo. Quería entrar de rosa «para mostrarle respeto a esta maglia». Un gesto de grandeza. Para perdurar.
Y así, líder de un Giro que es suyo, desplegó los brazos como un crucificado que se libera del dolor de espalda que le martiriza y gritó su rabia feliz. Una imagen para el recuerdo. «Ganar de rosa es especial. Quería demostrar que estoy de vuelta», dijo. La etapa que no subió la Marmolada ni el Pordoi y que no pudo verse en las pantallas por el clima adverso será inolvidable. Por obra de Egan Bernal.
¿Por qué se arriesga y ataca un líder cuando ya tiene la victoria en el Giro casi asegurada? A esa pregunta solo han respondido los más grandes. Por orgullo. Porque en el fondo luchan contra sí mismos. Porque quieren ser leyenda. Porque sólo ellos pueden. Por eso se atreven a hacer más de lo necesario para lograr el triunfo. Su sello personal. Eso hizo Eddy Merckx cuando era el líder de su primer Tour, en 1969. Saltó en el Tourmalet a por un gregario rebelde que quería quitarle el reinado de la montaña. Y ya solo en la cima y con casi 140 kilómetros hasta la meta de Mourens, se hizo esa pregunta que define a los grandes.
Un paso histórico
¿Por qué no? Su respuesta cambió el ciclismo durante una década. Ganó, claro, aquella histórica etapa. En el Passo Giau, Egan Bernal, líder rosa, se planteó la misma cuestión. Para atar el Giro le bastaba con seguir a otros como Carhty. Pero... La pregunta. ¿Por qué no? Y un rato después levantó los brazos en la meta. La maglia rosa iluminó el día más oscuro. »Era una etapa para sufrir», definió Bernal. A cinco kilómetros de la cima del Passo Giau, con lluvia y en un paisaje polar, el colombiano se citó con la historia. Vio que su gran rival, Simon Yates, no era capaz de seguir el ritmo que Simon Carr imponía en favor de Carthy.
En cuanto a hoy martes habrá jornada de descanso y el miércoles la caravana del Giro regresará con la decimoséptima etapa, entre Canazei y Sega di Ala, de 193 kilómetros.