Diario de León

Juegos de Tokio | Piragüismo

Teresa Portela, plata a la constancia

La veterana piragüista gallega, de 39 años, logra el sueño de la medalla olímpica. Tras debutar en Sídney 2000 y competir en seis ediciones consecutivas de las Olimpiadas, Portela se cuelga la presea que deseaba desde los 18 años

Portela se hace con el segundo puesto en K1 200 metros únicamente superada por Carrington, líder indiscutible de la categoría. KIYOSHI OTA

Portela se hace con el segundo puesto en K1 200 metros únicamente superada por Carrington, líder indiscutible de la categoría. KIYOSHI OTA

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La palista española María Teresa Portela Rivas (Galicia, 1982) se colgó ayer una histórica medalla de plata en el K1 200 metros, la primera que consigue tras haber participado en seis Juegos Olímpicos —desde que debutara en Sídney 2000 con tan solo 18 años—, fruto del trabajo duro y una perseverancia mantenida durante décadas. «Han pasado 20 años desde los primeros Juegos, pero mira, nunca es tarde y es (una medalla) muy bien recibida. Estoy muy, muy contenta», dijo la deportista gallega tras la final.

Llegó tan justa que el jurado se tuvo que tomar su tiempo hasta determinar la posición de la palista, que en un primer momento no figuró como medallista. «Igual era mi cabeza o mi corazón, yo llegué pensando que era segunda, ya ves tú qué ojo tengo», contó Portela sobre sus pensamientos en la meta.

«Grité por toda la tensión de todos estos días, de soltar ahí todo lo que tenía», explicó la palista, que cuando no se vio entre las primeras posiciones tras la regata seguía sintiéndose «bien igualmente», porque fue todo el tiempo «muy conectada a la grada».

Portela, cuarta en Londres 2012 y sexta en Río 2016, se clasificó para la final de Tokio horas antes en unas semifinales en las que consiguió un ajustado pase tras terminar cuarta y con un idéntico tiempo al de la sueca Linnea Stensils.

Premio a un largo camino
«He conseguido subir al podio y vivir la experiencia de ganar la medalla. Siento que llegó mi recompensa»

Fueron nueve las mujeres que participaron en la final; suyo fue el último canal, el noveno, que manejó con su veterana maestría. La española firmó un tiempo de 38.883 segundos, 0.763 por detrás de la neozelandesa Lisa Carrington, reina de esta prueba, que consiguió su tercer oro consecutivo en la disciplina tras los que obtuvo en los Juegos de Río de Janeiro en 2016 y en Londres 2012. El bronce fue a parar a la danesa Emma Aastrand Jorgensen, plata en Río en la categoría K1 de 500 metros.

La de Cangas de Morrazo que dio a la delegación española su octava medalla, dijo ser consciente de que ella y sus rivales están todas «muy igualadas», a excepción de Carrington, «que es la que gana y está un poquito por encima» y marcó con su actuación de ayer un nuevo mejor tiempo olímpico, pero no deja que eso la distraiga. La clave, dice, es el entrenamiento y también que se den las condiciones propicias en el momento y el día adecuado. «Y está vez salió, así que estoy muy, muy contenta», dijo la española.

La palista vio ayer cumplido un sueño que se había imaginado en múltiples ocasiones, el de «poder subir a ese podio y sentir el tener una medalla olímpica». «Vine aquí sintiendo que estaba viviendo algo muy grande, porque era el poder estar en los sextos Juegos», explicó la deportista, que buscó en todo momento «disfrutar cada serie, cada eliminatoria, dar lo mejor de mí y plasmar todo ese entrenamiento que había hecho y sentir que sí que podía conseguir esa medalla», que ya es suya.

Después de disputar la prueba que le permitió ser medallista olímpica —sumado al esfuerzo de más de 20 años dedicados a la carrera deportiva—, Portela dijo sentirse «súper contenta y emocionada» de ver culminados los resultados de su trabajo. «Al final siento que mi recompensa ha llegado», dijo la gallega en una rueda de prensa tras su gesta. «Finalmente he conseguido lo que yo deseaba, poder subir al podido y vivir la experiencia de ganar una medalla», que le dedicó con especial significado a su hija, «que me pedía desde casa que por favor ganara», contó.

Dos décadas de Juegos Olímpicos no parecen ser suficientes para la veterana palista, de 39 años, que aseguró que a partir de ahora quiere seguir «disfrutando de este deporte y de todos estos años de trabajo duro» que la han llevado hasta el momento actual. «Quiero seguir pensando en piragüismo y, por qué no, seguir estando en París», señaló la de Cangas, que es consciente de lo difícil que es llegar a unos Juegos Olímpicos. «Yo me planteo año a año. Quiero seguir y París está a la vuelva de la esquina», dijo con convicción ante los periodistas en el complejo de regatas Sea Forest Waterway en la bahía de Tokio.

Portela dijo sentirse feliz no sólo por ella, sino «por todo el trabajo, por mi equipo, por el deporte» y el cariño de sus compañeros y allegados, de los que sabe que están disfrutando «esa medalla tan deseada». La palista gallega, también se deshizo en halagos hacia la neozelandesa Carrington, reina de esta prueba, que consiguió su tercer oro olímpico consecutivo.

«Es una inspiración», señaló la gallega, «una chica que somos conscientes que tiene un talento increíble, trabajadora», una rival que las anima a ellas y a sus demás rivales «a mejorar e intentar estar cerca» de su rendimiento, porque «la competencia también es buena porque nos hace mejorar», en un caso como el suyo.

Nadie más en el Olimpismo español ha conseguido el magnánimo hito de Teresa: hacerse un hueco en seis ediciones de Juegos Olímpicos, y además de manera consecutiva. Debutó a comienzos de la pasada década apenas rozando la mayoría de edad en los celebrados en Australia. A estos le siguieron los de Atenas 2004, donde comenzó a hacer valer sus cualidades como palista. Pese a no conseguir el máximo reconocimiento olímpico —la medalla—, obtuvo un quinto puesto en las pruebas de K2 500 metros y K4 500 metros.

En su tercera participación en la competición internacional por excelencia igualó en Pekín 2008 la posición conseguida en la capital griega, aunque solo en la categoría de K4 500 metros. Cuatro años después, en Londres 2012, consiguió mejorar en la tabla clasificatoria, sin embargo, se quedó con el puesto más indeseado por cualquier deportista, la cuarta plaza en la prueba K1 200 metros. Tampoco hizo realidad su sueño de subirse al podio en Río 2016, consiguiendo un sexto puesto en la misma modalidad.

La de Teresa es una plata a la perseverancia. Ha tenido que viajar hasta el país nipón para alcanzar la gloria con su primera medalla olímpica y aún busca seguir superándose tras más de 20 años de trayectoria.

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