Ejemplo de superación aderezado con un palmarés plagado de innumerables éxitos

Juan Bautista Pérez aún no olvida aquel año 1997. Ni tampoco un acontecimiento que marcó su vida. Para este jugador de tenis de mesa nacido en Cistierna se presentaba una ocasión inmejorable en un Campeonato del Mundo al que acudía dispuesto a subirse al podio. Lo hacía en un lugar privilegiado del ránking internacional . Pero en Nueva Delhi su vida cambiaba por completo. En un partido notaba que sus piernas flaqueaban y se quedaban sin fuerza obligándole a abandonar. Aquella situación que parecía una anécdota iba a suponer algo mucho más grave que ha logrado superar con voluntad y calidad. Juan Bautista no era consciente del tortuoso camino que tenía por delante. La repatriación se retrasó tres días sin apenas atención médica, según su testimonio. Un mes de pruebas y de peregrinación médica hasta llegar a un diagnóstico certero: polirradiculoneuritis aguda o síndrome de Landry Guillain-Barré, una enfermedad rara y degenerativa que bloquea los nervios periféricos y las conexiones musculares.

La rehabilitación la realizó en el Instituto Guttmann de Barcelona, especializado en lesiones medulares y otras patologías neurológicas. Los medios se hicieron eco de su situación. La joven promesa del tenis de mesa Juan Bautista Pérez podría quedarse “inválido de por vida”. Tras varios desencuentros, el Consejo Superior de Deportes se hizo cargo de la factura de su rehabilitación por un importe de 4 millones de pesetas. A los dos años, volvió a competir. Cambió su forma de jugar, pero no perdió el hambre de títulos.

En 2013, se enganchó a las competiciones para deportistas con discapacidad y, desde entonces, no se ha bajado de los grandes podios nacionales e internacionales. Su palmarés lo dice todo. Pero aún sus vitrinas tienen espacio para más trofeos. En Tokio espera hacerlo realidad.