Balonmano | Liga Asobal
Ademar no puede con su bestia negra
Los de Cadenas sacan a relucir su coraje en la segunda parte tras una primera para olvidar y se quedan a las puertas de la remontada (34-35)
Nadar para morir en la orilla. Ese desenlace es el que vivió el Abanca Ademar en sus carnes frente al BM Logroño (34-35) en un encuentro de dos caras, la mala en una primera parte para olvidar y la mejor aunque superable en una segunda en la que los de Manolo Cadenas sacaron a relucir su orgullo para dar vida a un encuentro que por poco se le escapó de la manos.
Además fue contra su bestia negra en este tramo inicial de la temporada, el plantel riojano que hace cuatro días eliminaba a los leoneses de la Liga Europa y ayer arañaba dos puntos del Palacio, los que cede un Abanca Ademar que suma su primer traspié de la Liga Asobal en la presenta temporada.
Se esperaba precisamente un encuentro en el que los leoneses pudiera sacarse la espina de la eliminación continental. Ánimo de revancha o venganza aparecía en el epígrafe en el libro de ruta para los locales en los 60 minutos de juego. Pero una cosa es el deseo y otras veces la cruda realidad.
Cadenas se lamenta de una acción fallada por su equipo. FERNANDO OTERO
Y ese fue un bofetón en los primeros compases del encuentro para los ademaristas. Tras dos acciones, una por cada equipo, El Korchi inauguraba el electrónicio para los riojanos. Virbauskas respondía con el empate a uno. Dos tantos consecutivos de los visitantes obligaban a Cadenas a pedir tiempo muerto. Apenas habían transcurrido cuatro minutos y al técnico de Valdevimbre no le gustaba lo que estaba viendo. Ese minuto trajo consigo un parcial de 2-0 para los suyos con los tantos de Jozinovic y Santista. Empate a tres. Y luego a cuatro con otra acción del brasileño. En encuentro transcurría con ventaja del BM Logroño aunque nunca superior a los dos goles. Hasta que a partir del 7-7 la situación se encaminaba a un peor panorama. Los errores defensivos, unidos a los cometidos en el pase y en especial la falta de acierto ante la meta de Markelau empezaron a decantar la balanza a favor de los riojanos que tras ese empate endosaban un parcial de 0-3 de la mano de Dutra y Rubiño.
El intercambio posterior de goles no beneficiaba a los ademaristas que a pesar del 12-14 que anotaba desde los siete metros Gonzalo Pérez de descentraban en el tramo final para permitir que su oponente sacara petróleo de sus errores. Otro parcial de 0-3 dejaba el panorama en un escenario preocupante con el 12-17. Cinco goles en contra y mucho por corregir en vestuarios. Especialmente en ataque donde de la escasa producción en 30 minutos, 12 goles, tres jugadores habían firmado el 75% de los goles (Santista con cuatro y Semedo y Liapis con dos).
El paso por vestuarios obligaba a una reacción. Al menos un cambio de guión en el Abanca Ademar. Un siete metros transformado por Gonzalo Pérez acortaba la desventaja. Y atisbaba un nuevo escenario. Pero el BM Logroño no estaba dispuesto a permitir que la ventaja se le fuera de las manos en un visto y no visto. A cada gol de los locales respondían con otro para mantener una renta entre los cuatro y cinco. Eso sí, la capacidad anotadora de los leoneses había mejorado de manera considerable. Si en 30 minutos de la primera parte su casillero apenas reflejaba 12 tantos, en siete minutos de la segunda parte habían anotado ya la mitad. Una situación que invitaba al optimismo a pesar de que los errores en el pase seguían latentes y alguno en defensa que imposibilitaban que el camino hacia la remontada fuera menos tortuoso.
Con el 20-23 el futuro para los ademaristas se veía mejor. Por delante algo más de 15 minutos. Cadenas ordenaba una defensa 5-1 y el BM Logroño empezaba a sufrir. Más con el 23-25 que minutos más tarde anotaba Virbauskas. La desventaja se aminoraba hasta los 2-3 goles. Había tiempo por delante y a pesar de ciertas imprecisiones nada era imposible. Ni con el 24-29 a falta de 13 minutos. Porque ahí los locales sacaban toda su garra para obrar una nueva gesta.
Los leoneses iban a por todo y con dos siete metros convertidos por Jaime Fernández, llevaban la desventaja en el electrónico a un gol. Pero para desgracia de ellos ya no había tiempo para más.