Balonmano | Liga Asobal
Semedo sí quiere ser la estrella
Abanca Ademar 34 Bidasoa Irún 25 El de Cabo Verde destroza a los de Cuétara con un tiro exterior imparable al tiempo que Bomastar por fin blinda la portería leonesa
Necesitaba un triunfo así el Abanca Ademar (34-25). Este Abanca Ademar. Un equipo en construcción que en nada se parece a las otras dos versiones propuestas por Manolo Cadenas desde su regreso al banquillo. Este es un proyecto de autor hecho a su imagen y semejanza. Para lo bueno y para lo malo. Y lo necesitaba no solo por dar carpetazo a una crisis de resultados nada halagüeña sino, sobre todo, para enrabietar a un vestuario joven, inexperto en muchas facetas pero que cree en el plan de su entrenador ciegamente. Todos saben que casi con toda probabilidad él será quien les arranque de cuajo la etiqueta de futuribles para enfundarles el traje de estrellas. Pero claro, para eso se necesita tiempo, una variante siempre perversa en el deporte de élite.
Llegarán más derrotas a lo largo de la temporada, eso creo que nadie lo pone en duda, pero la victoria de ayer ante Bidasoa Irún marca el camino a seguir este año. Si de verdad han firmado dos años (más uno adicional) a la mayoría de fichajes para que se geste un grupo de futuro —evitando el éxodo habitual a finales de curso— lo sembrado terminará dando fruto. En ataque el equipo leonés es una auténtica máquina de precisión. Nunca resulta sencillo anotar más de 30 goles en Asobal y mucho menos a los de Jacobo Cuétara que, para ser justos, tampoco tienen el potencial de años anteriores aunque sigan presumiendo de contar con una de las grandes plantillas de esta Liga. El problema —y ese sí que requiere de paciencia sin límites— se aloja en la defensa —y por ende en la portería—. Dos puntos débiles que frente a los vascos comenzaron a corregirse.
Dutra demostró en la eliminatoria europea contra Logroño que una estrella siempre hace brillar al resto cuando más se le necesita. Ademar anda huérfano de ellas pese a contar con uno de los mayores presupuestos. O puede que anduviera. Porque ayer Leandro Semedo presentó su candidatura ante uno de esos rivales que no permiten concesiones ni florituras. El de Cabo Verde completó, quizá, el mejor partido desde que viste la elástica marista. Y eso después de meses en el dique seco —y con apenas tres o cuatro partidos tras su regreso— dice mucho del potencial que atesora. Suyos fueron los dos primeros tantos de un choque demasiado lento en sus compases iniciales que los irundarras controlaron aparentemente hasta el minuto 20 del primer acto.
Del 2-0 inicial enseguida se pasó al 2-3 y después a una sucesión de ataques fructíferos en ambas áreas que al paso por el minuto 15 dejaban un 8-8 nada tranquilizador. Sobre todo porque a los ademaristas les salía casi todo a nivel ofensivo pero de nuevo ofrecían demasiadas facilidades atrás. Aún así no dejaron que Bidasoa abriese hueco. Ugarte y Salinas andaban finos, pero a Semedo se sumaron Liapis y Virbauskas para equilibrar fuerzas.
Fue a falta de diez minutos para el final de la primera parte cuando el Abanca Ademar colocó un 11-10 que terminaría con el reparto de golpes de una vez por todas. Cadenas corrigió errores en los tiempos muertos y volvió a dejar claro que las pérdidas tontas en los contragolpes no podían repetirse más. Dicho y hecho. El equipo aprovechó la fatiga visitante —y las nada eficaces rotaciones de Bidasoa— para abrir hueco y marcharse 18-13 al descanso. Un +5 que a la postre resultó definitivo.
Los de Jacobo Cuétara salieron con prisa por reducir las distancias cuanto antes. La ventaja local se redujo a tres goles pero Ademar había ganado el duelo de la confianza antes del descanso. Se notaba en sus rostros y aunque la plantilla apenas da para muchas rotaciones, el bloque se terminó de blindar gracias a la aparición, esta vez sí, de un gran Bomastar bajo los palos. Urgía al equipo —y al guardameta— una actuación notable para darle a sus compañeros la tranquilidad necesaria y llegó en el mejor momento. Lo mismo que Santista, Milos y Semedo en defensa bien secundados por Casqueiro. Esa fortaleza atrás —unida a la eficacia anotadora— decantó la balanza. A diferencia de otros días, el equipo no se vino abajo en los minutos finales y desquició a un Bidasoa que terminó sin gasolina en la reserva.
Respira el Abanca Ademar después de tres derrotas ligueras y aunque debe abonarse a la regularidad para que la confianza vaya en aumento, el equipo que dirige Manolo Cadenas dio un paso adelante desde la defensa y se merendó al ‘coco’.