SEGUNDA DIVISIÓN B
Al borde de un ataque de nervios
El de ayer fue un partido extraño. Desde los primeros compases se intuía que la Deportiva podría hacerle un verdadero roto al discreto conjunto asturiano que sólo se parece en el nombre al del año pasado. Sin embargo, los loca
He aquí la cuestión: ¿es mejor jugar bien y perder o hacerlo mal y ganar los tres puntos?. Los jugadores y el técnico de la Deportiva se abonan a la segunda premisa, llegado el caso. Los aficionados quieren ver algo más. Seguramente todos ansían hacerlo bonito y encima golear, pero en el peor de los casos mejor son los tres puntos y lo demás son pamplinas. Lo cierto es que el juego de la Deportiva rescató la eterna discusión futbolística, para dolor de cabeza de su técnico y también del respetable, que le recriminó tanto a él como a sus jugadores el pobre espectáculo del segundo tiempo. A lo mejor tiene mucho que ver el hecho de que en el primer tramo del choque la Deportiva generó tantas ocasiones que hicieron concebir a los aficionados una tarde de ensueño. Acabó siendo casi una pesadilla, sólo mitigada por un resultado favorable que deja a la Deportiva a cuatro puntos de la cabeza de la tabla. El gol de Alejandro, tras un excelente servicio de Panadero desde la derecha, tenía visos de ser sólo el primer peldaño de una escalada goleadora que terminó en nada. Parece difícil explicar cómo es posible que el propio Alejandro y su compañero de oficio Jesús Panadero, se mostraran tan remisos cara al gol cuando tenían todo a su favor. Lanza, Arcadio y Cascallar también se apuntaron a la ineficacia goleadora, pero el público lo disculpaba todo en base a los buenos argumentos que le estaba brindando su equipo. Multitud de oportunidades Si el primer tiempo concluye con un 5-0 a favor de la Deportiva a nadie le hubiera extrañado porque los de Simón no volverán a tener, seguramente, tal cantidad de ocasiones a lo largo de la temporada. Pero ya en los últimos compases del primer tiempo, los blanquiazules bajaron el pistón y el Marino dio señales de vida. Dos errores casi consecutivos de César y Jechu pusieron en un puño el corazón de la grada. Menos mal que este Marino sólo se parece al del año pasado en el nombre, porque hasta de indumentaria cambiaron ayer con relación a la que trajeron el año anterior. Peláez no es ni la sombra de lo que fue en la Universidad de Oviedo y mandó fuera cuando lo más fácil era anotar. El escurridizo Vitorchi, única referencia ofensiva del rácano planteamiento de Roberto Robles, centró desde la derecha para que Joseba cabeceara con peligro, deteniendo la pelota un seguro Álvaro. La gente se fue a tomar el café con la mosca detrás de la oreja, pero en la confianza ciega de que aquello se arreglase tras el descanso. Y encima, con uno menos No fue así. Además, todavía se complicaría más la situación después de que Jechu viera el camino de los vestuarios por la segunda amonestación que le mostró su paisano Docabo Otero. La Deportiva se convirtió en un manejo de nervios, si es que no lo era ya antes. Simón no movía el banquillo y eso exasperaba más al respetable, que clamaba contra el míster y contra los jugadores. Sólo se registran dos ocasiones de peligro para la Deportiva en todo el segundo tiempo. Sus protagonistas, como no podía ser de otra manera, Alejandro y Panadero, pero como ocurriera en la primera parte, sin fortuna en sus remates. Por contra, el Marino pudo haber empatado o incluso ganado, pero Álvaro se mostró acertado en las escasas ocasiones que llegaron a crear los de Robles. Una vaselina de Javi Peláez a poco del final pudo suponer el empate, pero el vasco reculó bien y atrapó la pelota. Joseba remató de cabeza contra el lateral de la red cuando se temía lo peor. Al final, una pírrica victoria en lo que pudo ser tarde gloriosa para los locales. Se impone la practicidad.