Ademar León se impuso al Balonmano Cantabria por un reñido 30-28

Sucedió que Ademar tuvo que jugar sin un segundo portero real que paliara las fases de bajón de Kasper, porque Armand aún no está ni para convocatoria. Ocurrió que León hubo de aferrarse a la capacidad realizadora de Julio Muñoz, porque la imaginación creativa de Marne se fue a la grada, con una rodilla a la virulé. Determinó el calentamiento que Kjelling quedaba bien para las fotos, porque con una cadera a piñón fijo tampoco se podían hacer muchas más cosas en el ataque, y fundamentalmente, pasó que Vatne conoció lo que se cuece en las sillas de madera cuando en pista hay jaleo, porque a su gemelo derecho le dio por contracturarse en vísperas, con lo que la defensa leonesa se resintió notablemente en el centro, y eso que Colón y Prendes (la pareja que mejor le cogió el tino al ataque cántabro en seis metros) se despachó a gusto con una labor de zapa encomiable, por más que a veces esos detalles oscuros no se vean. Así que teniendo en cuenta que el mejor registro favorable a Ademar fue +3 (25-22) andar de angustia permanente en el partido era lo menos que podía pasar. Ganó Ademar y no hubo que lamentar nuevas lesiones, a pesar de que al rival de ayer le ha dado por adoptar el papel de equipo incómodo cada vez que se sube al autobús, pero de fondo, a seis jornadas de decidir el primer corte serio de la campaña, preocupa que a veces el poso real del equipo se diluya con tanta facilidad, y eso que vienen salidas de cuidado, las que deciden la Copa Asobal. Con el aliento en el cogote Ademar no jugó cómodo nunca y lo pagó en el marcador. Cadenas se decantó por una primera línea compuesta por Julio Muñoz al centro, flanqueado por Kjelling y Metlicic y pese a que en mínimas fases de partido probó a variar la configuración, en verdad ahí basó la continuidad del equipo el técnico, porque del trueque constante de pivotes no sacó más provechó que el justo, y en las alas, hubo tiempo para las cuatro posibilidades con la solución de siempre. Las dos primeras superioridades dieron quebraderos de cabeza notables al equipo. Del 6-4 que vio Rentero desde el banquillo, por exclusión, al 6-7 que certificó Vega, mediaba un disgusto. Los movimientos de Cantabria entre líneas no hallaron la réplica de León en el área contraria, y el primer tiempo murió con tablas, decidido Cantabria a aceptar el reto de jugar al cambio de goles. La fase en la que Ademar apretó más en defensa coincidió con los instantes en los que el bloque santanderino decidió jugarse finalizaciones raras y como Kasper empezó a sacar más de un balón de provecho, el asunto fue que al marcador llegó la primera situación realmente interesante para la escuadra de casa. Asier encontró la segunda exclusión (no supo el equipo de Cadenas arrancarle la tercera, que hubiera dado otro giro al partido) y se produjo un momento de titubeo mínimo en pista. Cuando el banquillo exigió al equipo de casa concentración máxima, no para hacer cosas definitivas, sino para no cometer errores tontos que pudieran dar al traste con la marcha del tanteador, surgieron pérdidas de balón y servicios a pivote sin destino (28-25) que convirtieron el minuto final en una ruleta (29-28). El time-out que solicitó el técnico de Valdevimbre para alinear ideas en la última jugada tuvo más provecho en la fortuna de rechaces y demás, que en otros asuntos, y Ademar terminó por parar la cuenta histórica de su registro en la Liga Asobal en los 7002 goles, que antes del partido podían haber sido media fiesta que después del choque, a tenor de las circunstancias, terminaron siendo casi lo de menos. La Liga hace un alto en su carrera y hasta el miércoles próximo, Torrevieja mediante, mira a Europa. A la Recopa se le pone buena cara para solventar dudas.