Diario de León

OPINIÓN Miguel Pardeza

Diatriba contra el orden

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El Barcelona se ha convertido en un equipo rutinario a fuerza de santificar el orden. La pizarra, la exageración de su incidencia, traduce cualquier idea en una peregrina ocurrencia que nunca llega a ningún lado porque nace ya más muerta que viva. Hace no mucho, con Cruyff en el banquillo, los catalanes supieron recuperar el fútbol nacional dotándolo de un ideario que, con todos sus defectos, tenía, al menos, la ventaja de su expectativa de entusiasmo, de reencuentro con las esencias más elementales del arte que se le supone a unos hombres que luchan contra toda suerte de oposiciones. Uno siempre esperaba el milagro en medio de la cotidiana mediocridad. Bastaba un gesto de romántica rebeldía, de guiño paradójico contra las normas establecidas para que todos nos sintiéramos un poco mejores, como si este deporte, en efecto, fuera una de las nobles formas de la felicidad. Su juego se basaba en legitimar lo incorrecto. Ahora resulta que ningún jugador puede extralimitarse, ni tener delirios de grandeza. Todo consiste en adaptarse a un plan milimétricamente planificado donde ninguna decisión individual queda sin la pertinente regulación. No sé a ustedes, pero a mí me resulta un bodrio superior incluso a las películas de Víctor Erice el hecho de que nadie se atreva a dar el correspondiente bufido, a desmentir y contradecir las consignas previamente establecidas. El Barcelona es una buena plantilla pero no logra conformar un buen equipo. Se vio perfectamente en el partido contra el Deportivo, quien sí dio la sensación de que las bajas le afectan menos de lo normal. Después de perder a Valerón y a Molina, después de perder a sus dos centrales, ha conseguido restablecer el equilibrio, de manera que, improvisando retoques, su nivel de competitividad ha sobrevivido de manera tan eficiente como meritoria. Que ganara al final fue una circunstancia menor, si nos atenemos a lo poco que su rival hizo. No puede uno augurar grandes días a este Barcelona que si nos seducía por algo era por su atrevimiento fuera del curso corriente. Ahora pintan otros tiempos, y a sólo nos queda llorar por este largo y apesadumbrado otoño.

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