Insultos, gritos y mucha crispación

Louis van Gaal y Joan Gaspart están al borde del precipicio y la mayoría de la afición del Barcelona ya no aguanta más al entrenador holandés y al presidente que mantiene su apoyo incondicional al técnico. Alrededor de veinte seguidores del Barça insultaron ayer a Van Gaal durante el entrenamiento del equipo y también hubo gritos contra Gaspart, aunque tras la derrota ante el Rayo tampoco se salvaron de las quejas los jugadores. Mientras la crisis deportiva e institucional del Barça se convierte ya en insoportable, el club ha anunciado una reunión de la junta directiva para el miércoles, el día después del partido europeo contra el Newcastle, otro partido decisivo para el futuro de Van Gaal y Gaspart, aunque la afición azulgrana no cree en una destitución fulminante del entrenador ni por supuesto en la dimisión del presidente. En cualquier caso, la semana será clave para Van Gaal y Gaspart con los encuentros ante el Newcastle y el Sevilla. «¡Van Gaal, pringao!», «¡Véte ya!», «¡Pírate!», «¡No hay vergüenza!», «¡La décima posición, hijo de puta! ¿no hemos tocado fondo, no?», le gritaron al técnico del Barça varios socios y aficionados azulgrana, en referencia a las declaraciones de Van Gaal tras perder ante el Rayo, cuando comentó con ironía: «Podríamos ir peor. No vamos los últimos». «Mucha vergüenza» Los jugadores del Barça también fueron objeto de críticas, pero entre la plantilla algunos futbolistas no pueden negar públicamente que sienten vergüenza al ver la clasificación. «Jugando bien o mal necesitamos ganar y subir en la Liga, porque yo siento mucha vergüenza de estar donde estamos hoy», aseguró Riquelme, coincidiendo con su compatriota Bonano y reconociendo que «cuando los resultados no salen es porque las cosas no se están haciendo bien». Aun así, Riquelme considera que «la culpa es de los jugadores, porque son los que saltan al campo y el entrenador dice lo que se debe hacer». «Esta vez la situación es límite. El Barça no puede estar en esta posición», comentó por su parte Frank de Boer, que opina que «la culpa de la situación es de todos».