Diario de León

PRIMERA DIVISIÓN

El Barcelona coquetea con el ridículo

«¡Dimisión, dimisión!». El Camp Nou fue un clamor con la debacle del Barça ante el Sevilla. Las gradas del estadio se llenaron por momentos de pañuelos mientras Gaspart, con gesto descompuesto, no sabía qué hacer, Van Gaal mirab

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Jordi Sans - BARCELONA.
León

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El Barcelona causo una sensación penosa, lamentable. Todo un programa de mal juego, descontrol, nervios, imprecisiones. Todo absolutamente negativo, fiel reflejo de la profunda crisis por la que atraviesa en todos los aspectos. Hoy no se salva nadie de la hecatombe azulgrana, desde Bonano, a pesar de alguna suenas intervenciones, hasta Overmans, absolutamente perdido. Y por supuesto, tampoco los máximos responsables, que no son precisamente los jugadores sino quien les manda. Cierto es que se le puso el partido muy en contra desde el principio. A los tres minutos Losantos Omar, que no tiene suerte con el Barça, pitó penalti por un agarrón de Christanval sobre Reyes, que fue claramente fuera del área. Por esta acción sacó tarjeta amarilla el defensor azulgrana. Doble error arbitral, porque si vio penalti le debió mostrar la roja directa. Casquero marcó la pena máxima. Al Barça quizá le hubiese venido mejor la expulsión de Christanval, porque hizo un encuentro nefasto. Pero igual estuvo De Boer, que se tragó el segundo gol. Y Navarro, que no vio nunca a Reyes. Y todos. Porque ayer el equipo de Van Gaal unió la endeblez defensiva con la inoperancia atacante. El gol tan temprano marcó el signo del partido desde entonces. Ni una a derechas Un signo que pudiera haber sido el mismo sin el tanto encajado porque el equipo de Van Gaal no dio una a derechas. A su lado, el Sevilla parecía el campeón del mundo. El equipo hispalense hizo algo muy fácil, por otro lado nada complicado, porque todos los entrenadores de primera saben como contrarrestar el sistema de Van Gaal, tan rígido e inamovible como ineficaz. El Sevilla se limitó a adelantar su defensa y a achicar el campo. Algo tan sencillo se convirtió en una muralla infranqueable para los jugadores azulgrana. Porque su juego mecánico, de acciones repetitivas era fácil de adivinar. El Camp Nou se puso muy nervioso y lo contagió al campo con discusiones entre los jugadores azulgrana. Era imposible que jugaran tan mal. O es que es verdad que su calidad es dudosa. Lo cierto es que en todo el primer tiempo sólo creó dos claras ocasiones, un disparo de Kluivert al poste y una jugada individual de Riquelme, que se saltó el guión del entrenador. Por el contrario, el Sevilla dispuso de dos oportunidades muy claras por medio de Casquero y Antoñito. En el segundo tiempo se consumó la debacle azulgrana. Bien es verdad que el árbitro no pitó dos claros penaltis a favor del Barça y que la defensa sevillista se empleó con dureza. A los 77 minutos Toedly marcó el segundo tanto de su equipo y luego el tercero. «¡Dimisión, dimisión!» giró a pleno pulmón el Camp Nou.

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